jueves, 1 de marzo de 2012

"La voz dormida"




Venecia. S. XVII. Me hallo en esta ciudad, para una vez más, y como viejo soldado poner mi vida en manos de mi rey (Felipe IV) y servir a este, como solo sabemos hacerlo aquellos que hemos mamado la guerra desde abajo, desde el barro, aquellos que siempre hemos jugado con la muerte y le hemos ganado la partida, aquellos que no conocemos más patria que la bandera que seguimos en el campo de batalla, aquellos que nos enorgullecemos de ser soldados temidos, aquellos que moriremos bajo fuego enemigo en cualquier sucia guerra, aquellos que somos soldados de un tercio español. Pero este campo de batalla es distinto, aquí la partida se gana en los salones cortesanos. Estoy en Venecia en una misión secreta encomendada por mi viejo amigo y soldado Don Francisco de Quevedo. Me hallo recorriendo las calles de esta ciudad cuando a mis manos llega un libro, un libro que abro para echar un efímero vistazo, con el firme propósito de saciar mi curiosidad y proseguir con mi misión. Pero lo que leo me atrapa de tal modo que no puedo cerrarlo. No me queda más remedio que envainar mi acero toledano y dejar aparcada mi secreta misión para otro momento.

Pues eso, estaba sumida en el último Alatriste, cuando llegó a mis manos "La voz dormida" de Dulce Chacón. Hace un tiempo hice el firme propósito de no enredarme con más de un libro a la vez y no comenzar a leer hasta haber acabado el anterior. Pero esta vez me tuve que saltar mi propia norma porque el libro de Dulce Chacón es altamente atrapante. Una vez abierto, entras de lleno en la vida de estas mujeres y no puedes hacer otra cosa que seguir leyendo y leyendo, acompañándolas en esa cotidianidad tan especial que tienen.

"La voz dormida" nos cuenta la historia de un grupo de mujeres, que al acabar la Guerra Civil, se encuentran encarceladas en  la prisión de Ventas. En especial de dos hermanas: Hortensia y Pepita, una presa y la otra libre. A través de ellas veremos como es el mundo para aquellas que lucharon y perdieron, o para aquellas que ni lucharon ni perdieron pero la suerte las llevó por aquellos derroteros o simplemente de aquellas a las que la vida se le presenta así, sin más y se la tienen que componer como buenamente puedan. Nos presenta un mundo donde las mujeres y sus historias son el centro: a través de Hortensia nos adentraremos en el mundo de las mujeres presas. Pepita nos lleva de la mano por los difíciles vericuetos que tuvieron que sortear aquellas que, aunque libres, vivían encarceladas dentro del nuevo orden social, político y religioso impuesto por los vencedores. Con Elvira entramos en el mundo de la lucha clandestina, de la guerrilla. Y así, muchas más, cada una aportando su particular lucha contra esa realidad impuesta.

Pero sobre todo habla de aquellas voces, que durante mucho tiempo permanecieron en silencio, y que algunos creían haber callado, pero no estaban calladas, solo esperaban a que alguien las despertase para poder alzar la voz y contar "su historia", aquella que muchos preferirían no oír.

No es una historia más sobre la posguerra española, en el fondo ninguna lo es. Es otra historia más a tener en cuenta, otra historia para grabarnosla a fuego en la memoria colectiva y que a nadie se le olvide lo que pueden llegar a hacer la intolerancia, el odio, el rencor... para que jamás haya que volver a contar historias como esta.

"Tomasa, indignada, pidió al salir una asamblea extraordinaria y propuso en ella una huelga de hambre hasta que el cura les pidiera perdón por sus insultos.
-¿Más hambre?
Era Reme, que miró a Hortensia con desesperación en los ojos, como pidiéndole ayuda, como pidiéndole pan.
-Más hambre no, por Dios.
Algunas mujeres apoyaron la idea de la huelga, y Hortensia tomó la palabra:
-Hay que sobrevivir, camaradas. Solo tenemos esa obligación. Sobrevivir.
-Sobrevivir, sobrevivir, ¿para qué carajo queremos sobrevivir?
-Para contar la historia, Tomasa."

DULCE CHACÓN. (2010). La voz dormida. Madrid: Santillana Ediciones Generales, S.L. (pag: 123)