lunes, 31 de diciembre de 2012

La última entrada


Se da el caso de que habitamos en una bola compuesta de agua y roca fundida a la que llamamos Tierra. Ocurre también, que esta bola de agua y rocas, por esas cosas de la gravedad, gira sobre otra mayor, mucho mayor (y más inhóspita que nuestra querida Tierra) a la que llamamos Sol. Cuando la Tierra (donde estamos nosotros) da una vuelta alrededor de esa bola enorme e incandescente que se llama Sol, decimos que ha pasado un año, hasta aquí todos controlamos por lo que veo innecesario ahondar más en el asunto. 

Asimismo, hace unos añitos, para ser exactos en el 153 a.C., un pueblo de la antigüedad, los romanos (aquellos de: "están locos estos romanos"), decidieron que comenzar el año el 1 de marzo no molaba, que había mucho que conquistar y luego se les amontonaba el trabajo (además había una aldea de irreductibles en Hispania llamada Numancia que les estaba amargando la existencia y las conquistas), que mejor comenzar conquistando el 1 de enero.

Más tarde sucedió que un monje rumano llamado Dionisio el Exiguo (lo de exiguo se lo decían por bajito, palabra, lo dice la Wiki), que era matemático, calculó la fecha exacta del nacimiento de Cristo y dijo que había sido en el 753 a.u.c. (desde la fundación de Roma, que era la referencia de cómputo oficial que había entonces) y a ese año le llamó Anno Domini y fue el primero de la Era cristiana, en la que estamos. Que Dionisio pasara a la historia antes por bajito que por matemático tiene su razón de ser y es que se equivocó, mucho cálculo y mucho lo que quieras pero Cristo por lo visto nació cinco años antes, en el 748 a.u.c. Total, que cuando se dieron cuenta dijeron que ahora ponerse a cambiar fechas iba a ser mucho lío y que mejor lo dejábamos como estaba y punto.

Luego llegó Gregorio XIII que era Papa y se tomaba muy en serio lo de las fechas y decidió que el calendario que teníamos no estaba bien, que hacía aguas por todas partes y que había que poner el que él acababa de hacer que le había quedado fetén. Esto ocurrió por el 1582 de nuestra era y, desde entonces, nos vemos como nos vemos.

Así es, toda esta serie de circunstancias unidas a otros absurdos parches que le hemos ido añadiendo poco a poco nos lleva a que los 31 de diciembre la mayoría de los mortales nos reunamos para festejar la venida del año nuevo como mejor se nos da: comiendo y bebiendo hasta no poder más. A esto le añadimos que caemos presa de una tontuna especial y un optimismo exacerbado y deseamos a todo el mundo (incluido al cuñado que nos cae tan gordo) que el año próximo (osea, la próxima vuelta al Sol) sea especial, que sea mejor que el que se ha ido, que traiga felicidad a raudales, etc.

Por tanto, con el calendario gregoriano en la mano y a pesar de los nefastos cálculos del pobre Dionisio, creo que me toca desearos...


¡Felíz 2013!



Aunque ya os adelanto que mucho tiene que cambiar la cosa para que esto tenga buena pinta y que me parece que más bien nos toca otro año chungo...pero bueno, que el optimismo no decaiga, que para eso es gratis...



Fuente:

http://es.wikipedia.org/wiki/Nochevieja

lunes, 24 de diciembre de 2012

¿Quien nació el 25 de diciembre?


Un año más ya está aquí, nos guste o no, es inevitable. La celebración de la Navidad puede que te guste hasta la médula o puede que te de ganas de vomitar y salir corriendo pero, año tras año la cita es ineludible. 


¿Qué celebramos en Navidad? En nuestra cultura, la que nos ha tocado por haber nacido donde hemos nacido, el nacimiento del Redentor, del Salvador. Es lo que nos han enseñado desde pequeñitos ¿Y si hubiésemos nacido, en otra época, en otras culturas? ¿Hubiésemos celebrado lo mismo? Curiosamente, sí.

Las primitivas sociedades agrícolas se basaban en los ciclos de la naturaleza y en los acontecimientos astronómicos que se relacionaban con ellos, es decir los solsticios de verano e invierno y los equinoccios de primavera y otoño.

En el solsticio de invierno (la noche más larga del año), se conmemoraba el nacimiento de la luz, era conocido como “la puerta de los dioses”, del “dios Sol” o del “Sol invictus”. Es decir, la luz vencía a las sombras, a la noche. Los días comenzaban a ser más largos, la luz iría creciendo poco a poco y con ella, la vida de nuevo. Es decir, estamos ante el nacimiento de un nuevo ciclo de la naturaleza que representa la fecundidad de los cultivos y de los animales que les servían de alimento. Por tanto, todo un acontecimiento digno de celebración.

“Los persas y los egipcios, los fenicios y los sirios, los griegos y los romanos, los aztecas y los incas, los hindúes y otros pueblos, celebraban en aquel día el parto de la reina de los Cielos, la Virgen, y el nacimiento de su hijo, el dios solar” E. Royston Pike. (Historiador de religiones)

La lista de dioses que nacieron el 25 de diciembre es, pues, amplia. A todos  aquellos dioses se les conocía como el “Salvador”. Comencemos:

-Attis, dios frigio llamado “el Salvador”, “el Buen Pastor” o “el Hijo de Dios”, nació de una virgen, Nana, un 25 de diciembre. También fue crucificado y resucitó al tercer día para salvar a la humanidad. Su resurrección se celebraba en primavera.

-Buda, nacía de otra virgen, Maya, el 25 de diciembre. Lo anunció una estrella y lo visitaron unos sabios que le llevaron onerosos regalos.

-Krishna, era hijo de Dekavi, también virgen. Nacía en una cueva establo iluminada por una estrella y las vacas lo adoraban.

-Osiris, dios egipcio, nace de la virgen Isis-Meri, también un 25 de diciembre. Fue anunciado por una estrella y nació en un pesebre. Un poema egipcio celebra su nacimiento de la siguiente forma: “¡Nos ha nacido un niño, el Niño! ¡Venid y adoradlo!

-Dionisios, dios griego llamado “el Redentor”, “el Salvador”, “el Ungido”, nacía de una virgen, Semele, el 25 de diciembre.

-Frey, dios escandinavo, hijo de Odín y Friga también nació un 25 de diciembre.

Y la lista se puede ampliar ¿Coincidencias? ¿Capricho de dioses nacer en tan señalada fecha? ¿O, tal vez, que desde siempre hemos venido celebrando lo mismo? 

Hemos ido cambiando los nombres, adaptando las celebraciones a las distintas culturas, pero el fondo que subyace en todas ellas es el mismo. Y es que a pesar de los años transcurridos, a pesar de los avances tecnológicos, a pesar de nuestros conocimientos, no dejamos de ser "pobres diablos" un poco perdidos en la inmensidad del universo que habitamos.

Así que, "pobres diablos", os deseo: "Feliz Navidad"




Información procedente de: 

"El catolicismo explicado a las ovejas" Juan Eslava Galán
Edit. Planeta S.A., 2010 (pags. 70, 71, 78)



domingo, 16 de diciembre de 2012

Aniversario del nacimiento de Jane Austen



Dos acontecimientos recaen en estas fechas sobre la figura de Jane AustenUno de ellos se celebra hoy, el aniversario de su nacimiento. Jane nació tal día como hoy, el 16 de diciembre de 1775, en Steventon, Inglaterra. El otro tendrá lugar el 28 de enero del próximo año, en el que se celebrará el 200 aniversario de la publicación de su obra más famosa, Orgullo y Prejuicio.


A poco que te muevas por Internet encuentras numerosas páginas dedicadas a esta escritora británica y en todas, de una forma u otra, se preparan para la celebración de estos eventos. No hay duda, no solo de que la obra de Austen  sigue plenamente vigente en la actualidad, sino que además continua moviendo muchas pasiones.

Esto me ha llevado a recordar un post que leí hace tiempo en Recuerdos de Pandora. El post, que podéis ver pinchando aquí, narraba el experimento llevado a cabo por el escritor inglés David Lassman en 2007. Lassman decidió demostrar la falta de rigor existente en el mundo editorial a la hora de escoger obras para su publicación. Para ello seleccionó varios capítulos de distintas obras de Jane Austen, entre ellas Orgullo y Prejuicio, donde incluía su famoso comienzo: “Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa”. Les cambió el título, el nombre de los personajes y se hizo pasar por una escritora que buscaba un editor para su primera novela. Envió las copias de los capítulos de la obra de Jane Austen a un total de dieciocho editores ingleses, de los que solo le contestaron quince. Entre las respuestas que recibió, ninguno, excepto uno de ello, un ayudante de editor, fue capaz de reconocer la obra de Austen, considerada como un clásico de la literatura inglesa. Además opinaban que la obra carecía de la calidad suficiente como para ser publicada con éxito. ¿Chocante, no? Da mucho que pensar. Sobre todo, la suerte que hemos tenido de que Austen no se topase con individuos como estos en su día y que su obra haya podido llegar hasta nosotros.

¿De qué editor partió la idea de publicar una segunda parte de Orgullo y Prejuicio? Lo desconozco totalmente, no sé si fue alguno de los que entraron en el experimento realizado por Lassman o cualquier otro. El hecho es que a nosotros ha llegado de manos de la editorial Bruguera. La muerte llega a Pemberley de P.D. James, se presenta así, como una continuación de Orgullo y Prejuicio, de hecho la obra continua donde Jane Austen la dejó. James quiere, de esta forma, realizar un homenaje a su autora favorita, Jane Austen.

La muerte llega a Pemberley fue una de mis lecturas de este verano. La novela me causó tanta indiferencia que no vi la necesidad de hacer una entrada sobre ella, sin embargo, sí considero oportuno traerla ahora a colación, precisamente por lo mencionado más arriba sobre el mundo editorial, es decir, sobre aquellos que deciden que es lo que debemos o no leer. Y creo, sin temor a equivocarme, que el que la autora sea una consagrada escritora con varios éxitos a su espalda es lo que ha llevado a los editores a no dudar en su publicación. Y a los críticos, al servicio de las grandes editoriales a realizar ingentes elogios sobre la obra: “Un verdadero logro” Independent, “Una novela perfecta” USA Today, “Jane Austen estaría orgullosa de la gran dama del crimen” Spectator, son solo algunos de los que acompañan al libro. Está claro que se apuesta fuerte por el éxito fácil, dos mismas escritoras, con mucho “tirón”, juntas en una misma novela (Jane Austen y P.D. James), producen más beneficios que una obra de calidad de un autor desconocido. Esto, o que mi gusto literario está bastante atrofiado. 

Como he dicho, la novela me resultó totalmente indiferente, ni me gustó, ni me disgustó. Una novela que no está mal, pero tampoco bien y, desde luego, que no está a la altura de Jane Austen, como quieren hacernos creer. Es cierto que el misterio no es uno de mis géneros favoritos, pero una buena obra de misterio te engancha desde el principio de manera irremediable y este no es el caso. He de reconocer, no obstante, que consigue plasmar el ambiente de una burguesía atrapada en unas rígidas e incompresibles normas sociales y poblada por unos individuos totalmente relamidos y muy pagados de sí mismos, nada más. Pero, falta algo, la chispa, ¿y la ironía de Austen?, ¿dónde está la ironía? Si en algo estoy de acuerdo con P.D. James es que, como ella dice al comienzo de su novela, si Austen hubiese escrito esta novela, seguro que lo habría hecho mejor.



jueves, 13 de diciembre de 2012

Escapada al sur de Córdoba



Disponíamos de dos días solamente. Esto, unido a que teníamos un bonohotel a puntito de caducar, que había que aprovechar como fuese, y que decidimos, justo en puertas del puente, que nos íbamos, cuando todo estaba ya a rebosar, hizo que nuestro destino fuese producto, más de la casualidad que de una planificación concienzuda.

El lugar escogido: Rute, en Córdoba. Más que escogido, era el único hotel de la guía de bonohoteles que estaba a una distancia razonable y, lo más importante, que el jueves disponía de habitaciones libres para la noche del sábado. No conocíamos la zona, por las referencias que encontramos por Internet no parecía tener mala pinta, así que con ellas como única guía nos dirigimos hacía el sur de Córdoba. 


Llegamos a Rute tras coger la salida hacía Loja por la A-92, siguiendo la indicación del navegador. Pronto descubrimos que esta ruta, aunque nos ahorraba unos  cuantos kilómetros, sin embargo, nos introducía en una serpenteante carretera de sierra con demasiadas curvas. Aún así nos proporcionó un precioso paisaje y unas vistas esplendidas sobre Iznájar y su pantano. Un adelanto de lo que el viaje iba a suponer.


Rute nos sorprendió. Esperábamos muchas cosas pero, lo que no nos podíamos imaginar al llegar al pueblo era la cantidad de gente y tráfico que encontramos. Demasiada gente, colas de coches, todo lleno de autobuses transportando viajeros de aquí para allá y aparcados por todas partes. Esta frenética actividad se debe a los diferentes museos que tiene: Museo del azúcar  Museo del jamón, Museo del chocolate, Museo del turrón, Museo del anís...y alguno más que seguro me he dejado por ahí. Sabíamos lo de los museos, pero jamás me podía imaginar que moviesen a tanta gente. Supongo que las fechas en las que estamos tiene mucho que ver, puede que en otra época no haya tanta masificación. Me había hecho a la idea de descansar en un lugar tranquilo, y lo que encontré fue una versión, a lo bestia, de una gran superficie abarrotada de gente realizando sus compras navideñas y todo ello amenizado por la música de los villancicos que te perseguía allá donde fueses. En definitiva, todo un agobio. 

Como llegamos sábado por la tarde y en esta época oscurece pronto, decidimos unirnos a la aglomeración de gente y visitar los museos. Dada la ilusión con la que hice la visita, no es extraño que no venga hablando maravillas de ninguno de ellos. Eso sí, hay dos que no están mal, el Museo del anís que es curioso y el del chocolate. El belén de chocolate he de reconocer que no está mal y mira que no me gustan los belenes y desde la visita al museo, creo que también estoy empezando a odiar el chocolate.






El domingo teníamos dos destinos claros: Lucena e Inázjar. Lucena o la Perla de Sefarad, como era denominada en la Edad Media, era el principal núcleo de población judía en Al-Ándalus. Estuvo habitada exclusivamente por judíos entre los siglos IX y XII y fue sede de una importante escuela universitaria judía de gran prestigio intelectual, muchos de cuyos sabios viajarían más tarde a Toledo a formar parte de la Escuela de traductores. La invasión almohade en el 1148 y la intransigencia de estos con aquellos que no se convirtiesen al Islam, hizo que casi toda la población judía emigrase, en su mayor parte al norte, estableciéndose muchos de ellos en Toledo. Lucena pasó a formar parte del Reino de Granada. Tras la batalla de Lucena, ganada por Diego III Fernández de Córdoba en 1483, Boabdil, rey de Granada permaneció preso en Lucena en la torre del Castillo del Moral. Lucena pasó a ser cristiana y se abrió para ella una nueva etapa histórica.

Paseamos por la judería  que conserva su estructura de pequeñas callejuelas mezcladas unas con otras de forma casi laberíntica. Visitamos el Castillo del Moral, hoy sede del Museo Arqueológico y algunas de las numerosas iglesias que tiene, y son muchas. Lucena nos gustó, fue una visita tranquila y llena de sorpresas agradables. Nos hubiéramos quedado más, pero el tiempo apremiaba, nos quedaba la última visita, Iznájar y casi cuatro horas de camino de vuelta.







Iznájar era la última etapa de nuestro recorrido, sin saberlo habíamos dejado lo mejor para el final. El pueblo está situado en lo alto de una colina, desparramando sobre su loma sus blancas casas encaladas y a sus pies se extiende el embalse de Iznájar, el mayor de Andalucía, proporcionando una panorámica espectacular. Pero esto no es todo, cuando te adentras en sus calles descubres rincones soberbios: el Patio de las Comedias, el Castillo de Hins Ashar, la iglesia de Santiago o el cementerio, situado en lo más alto del pueblo, con unas impresionantes vistas sobre el embalse.










Nos despedimos de la zona con la sensación de que nos dejábamos mucho por ver, como Cabra o Priego de Córdoba y con ganas de volver con más tiempo para poder disfrutarla más calmadamente, porque merece mucho la pena recrearse en ella.

Para volver cogimos la A-92 por Salinas, esta vez preferíamos hacer un poco de kilometraje más a cambio de menos curvas. Fue un acierto, paramos a comer en un hotel rural totalmente recomendable, La Paloma. Un lugar encantador donde comimos maravillosamente bien. 

En resumen, un viaje que nos dejó muy buen sabor de boca.



Fuentes: http://es.wikipedia.org/wiki/Lucena




domingo, 2 de diciembre de 2012

Una noche con Queen


Tenía muchas ganas de hacer esta entrada, pero no encontraba tiempo suficiente para ponerme a escribir. Crees que, cuando los chicos crecen, tu tiempo libre va a crecer con ellos, en una progresión aritmética constante. Craso error. En realidad, lo que sucede es que tu tiempo decrece constantemente y en picado, sin que la lógica de las matemáticas pueda hacer nada por evitarlo. Tras una intensa semana de exámenes, parece ser que mi tiempo vuelve a pertenecerme y puedo escribir, de una vez por todas, esta entrada que no tiene más propósito que fardar, ya sabéis, aquello de:he hecho esto y ha estado genial...¡toma ya! Sobre todo porque ni yo misma me creía que fuese a suceder.

Fue un cúmulo de casualidades, todas ellas afortunadas (¡por fin!), las que consiguieron que aquella noche fuese memorable y que yo me reconciliase, de nuevo, con los hados del destino.

Sabía que iba a suceder, desde hacía tiempo, el tiempo suficiente como para haber sacado la entrada de dos buenas localidades. Pero una, servidora, es tremendamente complicada y lo de hacer cosas de manera lógica y sencilla no va conmigo. Comencé con mi espiral de dudas habitual: ¿estará bien?, ¿destrozarán a Queen?...Voy a ver las críticas, ah mira, son buenas...no, aquí hay una que no es buena...Son caras las entradas, ¿merecerá la pena, por ese precio? Seguí en mi espiral, voy, no voy, mientras que el tiempo pasaba, tanto, que se me olvidó por completo. Hasta que, el domingo anterior a  la actuación, pasamos por la puerta del teatro y vi el cartel que anunciaba el espectáculo.

-Yo: ¡Ostras, se me había olvidado decirte que había un espectáculo sobre Queen!
-Él (un fanático de Queen): Tiene que estar genial, pero seguro que está hasta arriba. A estas alturas no quedan entradas, fijo.

Vale, si él cree que estará genial, sobran las dudas, los motivos, todo. Voy a conseguir entradas como sea. Llegué a casa y entré por Internet: localidades agotadas...lo sabía, yo y mis dudas, siempre igual.

Pero llegó el miércoles y me entró un arrebato de los míos. "Nena, ¿tu estás tonta o qué?, ¿como vas a tirar la toalla si todavía no has ido al teatro a ver si quedan entradas?", me dije a mi misma (y es que a veces me hablo fatal). Bueno, lo intento, el no ya lo tengo. Así que me planté en la taquilla en busca  de las entradas perdidas. ¿Te quedan entradas para Queen Symphonic Rhapsody?, le pregunté a la taquillera. Aguardaba que ella, la taquillera, se descojonase en mi cara, pero me respondió amablemente: sí, tengo dos entradas. ¿Pero tienen buena visibilidad?, pregunté con voz vacilante, esperando una respuesta obvia, seguro que eran las que nadie había querido. Sí, tienen muy buena visibilidad, son en palco, es un buen palco, me respondió.

Salí del teatro mirando incrédula las entradas, había conseguido las dos últimas y además en un buen sitio. No me lo podía creer, la suerte no me suele sonreír tan abiertamente. Seguro que algo me pasa para que no pueda ir, alguno de los críos cae malo, me decía, o, ya verás, como mi estomago hace alguna actuación estelar de las suyas y me fastidia la noche.

No sucedió nada castastrófico, aunque mi estomago lo intentó, pero no pudo. El sábado, finalmente, allí estábamos impacientes y expectantes, como todos. El teatro quedó a oscuras, el telón se iluminó y una voz en off nos anunciaba que ese sábado 24 de noviembre, aniversario de la muerte de Freddie Mercury, el espectáculo comenzaba.

Dos primeras actuaciones, correctas y un poco sosas abrieron la noche. Mis temores hechos realidad, parecía ser que no iba a merecer tanto la pena. Cuando, de repente, apareció ella. Al escuchar su voz entrando por el patio de butacas todo el teatro se quedó sin aliento. Michele McCain hizo su aparición interpretando Somebody to love, solo ese momento mereció todo el esfuerzo de estar allí. Se me hizo un nudo en la garganta oyéndola. Y aquí sí, aquí comenzó realmente el espectáculo. Fueron más de dos horas de aplaudir a rabiar, de cantar, de bailar, de emocionarse.

Tomaron, literalmente, el teatro, porque cualquier parte de él, tanto el patio de butacas, como los palcos eran una extensión del escenario. Creando así una complicidad y una cercanía con el público muy de agradecer. Hubo momentos para todo: emoción, risas, sorpresas, momentos tranquilos, momentos más moviditos y momentos estelares increíbles. Los cantantes, la orquesta, la banda, los coros, todos supieron hacer de aquella noche algo inolvidable. No eran Queen, ni querían serlo. Era la música de Queen interpretada magistralmente y servida con un envoltorio fantástico. Lograron poner a todo el Teatro Romea en pie, bailando y aplaudiendo. Cuando finalmente se despidieron al son de We will rock you, las manos te dolían de tanto aplaudir. 

Una noche para recordar, sin duda. Yo todavía ando atrapada en ella, y, de vez en cuando, me sorprendo, a mi misma, tarareando algunas de las canciones de Queen