miércoles, 22 de agosto de 2012

La elegancia del erizo



"La gente cree ansiar y perseguir estrellas, pero termina como peces de colores en una pecera"
Muriel Barbery "La elegancia del erizo"





Un mismo libro es totalmente distinto para cada lector, el modo en que nos atrae no depende solo de él, de su contenido, hay muchos factores que influyen en que un libro nos pueda deleitar: nuestra forma de ser, pensar o sentir, lo que esperamos encontrar en él o lo que necesitamos, en ese momento, que nos aporte. El libro es uno y los lectores muchos y a cada uno nos  afecta de distinta forma. Esto fue lo que me sucedió con este libro en particular. Lo regalé cuando salió, sobre todo por las buenas críticas que le acompañaban, sin embargo, a la persona a la que se lo regalé no le gustó, por lo que pospuse su lectura y acabé olvidándolo, hasta hace poco, que rebuscando en una pila de libros en oferta, cayó en mis manos. Sopesé que el precio era el adecuado para aventurarme en un libro del que tenía malas referencias, pero que me causaba la suficiente curiosidad como para arriesgarme a leerlo, así que lo compré y me sumergí en sus páginas. Curiosamente no solo me gustó, sino que también me proporcionó una de las mejores lecturas que recuerdo haber tenido desde hace mucho. Sé que es un libro que releeré y al que volveré más de una vez para consultar de nuevo las frases y los párrafos marcados y subrayados. Si midiésemos lo que nos ha gustado un libro por la cantidad de frases que subrayamos en él y las páginas marcadas, este entraría directamente en la categoría: "Me ha gustado muchísimo". 

Dos personajes totalmente distintos comparten el lugar en el que residen, un inmueble de apartamentos de lujo en el centro de París, y algo más, un secreto: ninguna de ellas es lo que aparenta ser, es más, se esfuerzan en ocultarlo. Paloma es una niña de doce años, de buena familia y con una inteligencia extraordinaria, que día tras día intenta ocultar a su familia, a sus compañeros y a sus profesores. Renée es la portera del edificio donde vive la familia de Paloma, aparenta ser la típica portera que todos los vecinos del edificio esperan que sea, pero detrás de esa imagen prefabricada se oculta su verdadera identidad.

Renée es un personaje de los que se quedan marcados en la memoria. Ella se define así: "Me llamo Renée. Tengo cincuenta y cuatro años. Desde hace veintisiete, soy la portera del número 7 de la calle Grenelle (...). Soy viuda, bajita, fea, rechoncha, tengo callos en los pies y también, a juzgar por ciertas mañanas que a mi misma me incomodan, un aliento que tumba de espaldas. No tengo estudios, siempre he sido pobre, discreta e insignificante. Vivo sola con mi gato, un animal grueso y perezoso, (...). Ni uno ni otro nos esforzamos apenas por integrarnos en el circulo de nuestros semejantes". Sin embargo, poco a poco, vamos descubriendo a la verdadera Renée, una mujer culta, autodidacta, de gustos refinados, amante de la lectura, la música, la cultura japonesa, el cine, la pintura holandesa y sobre todo de Tolstoi. Solo unos pocos privilegiados logran asomarse a su interior y conocer la verdadera personalidad de esta peculiar portera. Junto a ella descubriremos la delicada belleza que se esconde tras una camelia, la grandiosidad de lo pequeño, el placer que subyace en ese instante perdido en el tiempo: "...Y me zambullo en el agua negra, profunda, helada y exquisita del instante fuera del tiempo".

Os dejo con uno de los muchos párrafos subrayados:

"...quizá sea eso la vida: mucha desesperación pero también algunos momentos de belleza donde el tiempo ya no es igual. Es como si las notas musicales hicieran una suerte de paréntesis en el tiempo, una suspensión, otro lugar aquí mismo, un siempre en el jamás".

Si los libros tuviesen banda sonora la de este seria, sin duda: "La muerte de Dido", Henry Purcell.



"La elegancia del erizo" Muriel Barbery
Editorial Seix Barral, 2007
Traducción: Isabel Gonzalez-Gallarza, 2007.


(Entrada programada)