miércoles, 8 de febrero de 2012

Maria Luisa



".. es feísima y, con su piel amarilla, se asemeja a una momia.Tiene el aspecto falso y malvado y es imposible figurarse algo más ridículo..."

"...juntaba un corazón naturalmente vicioso, incapaz de un verdadero cariño; un egoísmo extremado, una astucia refinada, una hipocresía y un disimulo increíbles, y un talento que, aunque claro, dominado por sus pasiones, no se ocupaba más que en hallar medios de satisfacerlas, y miraba como un tormento intolerable toda aplicación a cualquier asunto verdaderamente serio..."

¿A quien van dirigidas estas descripciones? Es posible que al leerlas penséis en alguien en particular o que quizás creáis que el autor de estas tenía una clara enemistad con la destinataria, pero no, ambas son de distintas personas y la destinataria solo una. La primera la hace Napoleón y la segunda el canónigo Escoiquiz ("Las anécdotas de los Borbones" Carlos Fisas). La destinataria, una única persona, la reina Maria Luisa de Parma (Parma 1751-Roma 1819).




Aquí va otra:

"Fea con ganas -Goya dejó implacable testimonio-, metomentodo, liosa, iletrada, del talante de María Luisa de Parma, mujer de Carlos IV, quien con sus manejos y tramas se adueñó del flojísimo entendimiento de su consorte, dan idea estos párrafos de una carta a su favorito Godoy en que ella se definía de modo chulesco: "Soy mujer, aborrezco a las que pretenden ser inteligentes, igualándose a los hombres, pues lo creo impropio de nuestro sexo, a pesar de que las hay que han leído mucho y se creen superiores en talento a todos, tal que algunas francesas. Pero como soy española, por la gracia de Dios, no peco por allí". Era cierto, pecaba por otros derroteros, y de ahí que haya pasado a la leyenda como una vulgar prostituta, esposa de un manso cornudo. Ni siquiera los pinceles cortesanos que la retrataron más idealizada pudieron celar sus rasgos de princesa avinagrada, con ojos fulgurantes de bruja, hembra que llamaban augusta y tal vez no fue más que un pendón." Carlos Seco Serrano en una publicacion que hizo para El Magazine

Por mucho que busquemos es difícil encontrar una referencia favorecedora de este personaje porque quizá estemos hablando de la reina más odiada de la historia de España (y que conste que lo de quizá es por no ser sectaria con la señora).

Hija de Felipe I, duque de Parma y de la princesa Luisa Isabel de Francia, hija de Luis XV, en 1765 contrajo matrimonio con el futuro Carlos IV, principe de Asturias en aquel momento. En 1788 a la muerte de Carlos III y al subir al trono su esposo se convierte en reina consorte de España.

Maria Luisa tuvo 14 hijos y 10 abortos por lo que en total tuvo 24 embarazos lo que produjo en ella un enorme deterioro físico que se plasmó entre otras cosas en la ausencia de piezas dentales y que no hizo si no acrecentar su fealdad.

En 1788 se introduce en la vida de los monarcas una figura que seria sumamente importante para ellos, para el reinado de Carlos IV y tristemente para la historia de España. Manuel Godoy Álvarez de Faria, un guardia perteneciente al Real Cuerpo de Guadias de Corps y que pertenecía a la escolta de la princesa de Asturias. Maria Luisa no tardó en echarle el ojo y hacerlo su favorito. Dado que el rey Carlos IV estaba totalmente entregado a su afición favorita que era la caza y Maria Luisa a aplacar sus pasiones (con Godoy se supone), pronto esta figura tomó gran relevancia política y al poco tiempo de subir Carlos IV al trono ya tenía multitud de cargos, honores y riquezas entre los que destacaban el titulo de Príncipe de la paz. Al pueblo no le cabía duda que tan rápido encumbramiento no había sido sino a través de la alcoba de la reina, lo cual contribuyó a aumentar su impopularidad y la de la reina. Y a ambos le dedicaban coplas como esta que recoge Carlos Fisas en su libro "Las anécdotas de los Borbones":


Una vieja insolente 
le elevó desde el cieno,
burlándose del bueno del esposo,
que es harto complaciente.
Justo es que así suceda,
pues de una vieja loca
todo puede esperarse,
menos que diga una verdad de su boca.
Príncipe, duque, conde,
todo lo es ya, y espera
ser rey de los Algarves, 
pero será lo que la suerte quiera.

                                                                                           (Rios)

Los rumores cortesanos apuntaban a que el infante Francisco de Paula y la infanta Isabel, eran hijos de Godoy y se hacían lenguas de su parecido con el privado. En 1800 Goya tendrá la audacia de retratar a Maria Luisa en el centro de La familia de Carlos IV, abrazada a la infanta Isabel y sosteniendo de la mano al infante Francisco de Paula: los supuestos hijos de su amante.





Un fragmento de "Historia de España contada para escépticos" en la que Juan Eslava Galán resume magníficamente este periodo de nuestra historia:                                  
                                          
"Lo casaron con su prima María Luisa de Parma (de quien recibió el nombre la hierba luisa), seguramente la reina menos agraciada que ha tenido España, quizá hasta Europa, la cual le salió, además, ninfómana sin que sepamos a ciencia cierta la parte que cupo al monarca en los catorce hijos (y diez abortos) que tuvo. Por lo menos uno de ellos, el infante don Francisco de Paula, se parecía muchísimo a Godoy.

Este Godoy era un jayán guaperas con tendencia a la obesidad, que fue amante semioficial de la reina toda la vida. Es fama que la reina le echó el ojo cuando era un simple guardia de corps en palacio y lo encumbró hasta el rango de príncipe de la Paz y valido todopoderoso del rey. Fue un civilizado menáge a trois: el rey salía de caza todos los días para que Godoy visitara los aposentos de la reina en su ausencia. Para mayor discreción y comodidad, el valido utilizaba un pasadizo secreto. El caso es que, a pesar de lo claro que parece todo, diversos indicios inducen a sospechar que quizá el rey era tan imbécil que ignoraba el asunto del valido con su mujer, a no ser que pensemos que era un redomado farsante. 
En una ocasión comentó confidencialmente a la reina:
—¿Sabes lo que murmura la gente? Que a Manolito lo mantiene una vieja rica y fea.
La correspondencia íntima de la reina con Godoy está repleta de emotivos detalles, como corresponde a una pareja romántica. Le comunica, por ejemplo, que le ha bajado la regla, «la novedad, mis achaques mensiles».

María Luisa también le fue infiel a Godoy, al que a veces alternó con un tal Mallo y con otros garañones cortesanos, pero, no obstante, parece que sintió un gran amor por el valido. Camino del exilio, solicitó «que se nos dé al Rey, mi marido, a mí y al príncipe de la Paz con qué vivir juntos todos tres en un paraje bueno para nuestra salud»."

En 1807 la firma del Tratado de Fontainebleau, decisión de Godoy, provocó la entrada del ejercito francés en España. El descontento que produjo en la población hizo que el 17 de marzo de 1808 el pueblo se rebelase en el Motín de Aranjuez y que culminó con la caída de Godoy. Napoleón aprovechó la situación y el 5 de mayo de 1808 se firma en Bayona la abdicación de Carlos IV y la renuncia de Fernando VII a sus derechos sucesorios. Este documento es conocido como Abdicaciones de Bayona.

El 2 de enero de 1819, en el exilio, en Roma, moría Maria Luisa instituyendo heredero universal de todos sus bienes a Godoy, por supuesto. Pero no solo esto, como mala malisima que era no podía morir sino matando y en su lecho de muerte revela a su confesor fray Juan de Almaraz que ninguno de sus hijos lo era del rey Carlos IV y que, por consiguiente, la dinastía de Borbón se había extinguido en España, autorizándole a que lo hiciese público después de su muerte e instándole a reunir al cuerpo diplomático y a transmitirle aquella confesión para descargo de su conciencia. Juan de Almaraz, hombre prudente y temeroso de Fernando VII se abstuvo de hacer tal cosa, pero si lo dejó por escrito para que a su muerte se publicase. Enterado Fernando VII de la existencia de tal documento encerró de por vida al pobre anciano en la prisión de Peñiscola (Castellón) para evitar que dicho documento saliese a la luz.

Este documento, se dice, que fue encontrado años más tarde y referido por historiadores como Balansó o José Maria Zavala en su libro "Bastardos y Borbones" (Plaza & Janés).

La incognita que se plantea es, si es cierto, que este documento existe ¿Que fue lo que llevó a la reina a hacer tal confesión? ¿Descargar su conciencia? o ¿Morir haciendo daño a su hijo Fernando VII legítimo heredero de la dinastía y enemigo acérrimo de su madre?.


Fuentes:




"Historia de España contada para escepticos" Juan Eslava Galán (Planeta)

"Las anecdotas de los Borbones" Carlos Fisas (Circulo de Lectores)