lunes, 15 de abril de 2013

Baudolino. Umberto Eco


Hace tiempo leí una cita que decía algo así como: "Si comienzas un libro y no te gusta, ciérralo, leer es pasar un rato agradable". Dada mi proverbial memoria, no recuerdo el autor, ni donde lo leí, ni tan siquiera si la cita es exacta. Da igual, lo importante es la idea y esta sí que me quedó marcada, sobre todo, porque le dí alguna que otra vuelta: por una parte, es cierto, ¿para que empeñarte en leer algo que no te gusta? ¿No sería mejor cerrar el libro y dedicarte a cualquier otro? Porque leer no es una obligación, es un placer y, ¿qué placer se hace a disgusto? Pero por otra parte, hay algo más que el placer detrás de la lectura. Hay muchos motivos para seguir leyendo algo que no te gusta: querer saber más sobre un tema, querer descubrir el secreto que esconde ese libro que le gusta a tanta gente (aunque a ti te esté pareciendo un bodrio), intentar comprender la causa por la que un autor mueve masas, porque te gusta acabar lo que has comenzado o cualquier otra razón. El caso es, que si hubiese hecho caso a esta cita, me habría perdido una gran lectura.

Baudolino es un gran libro, pero nuestra relación libro-lector no fue precisamente un amor a primera vista. Me lo regalaron hace mucho y desde entonces se convirtió en mi libro de cabecera. Y he de decir que durante bastante tiempo cumplió su misión magníficamente, su lectura me proporcionaba unos estupendos sueños. No era capaz de leer más de dos páginas seguidas sin caer rendida en sus brazos, en los de Morfeo, quiero decir. Otros muchos libros lo sustituyeron en sus labores como libro de cabecera y él aguardaba pacientemente su turno, sin que yo tuviese el más mínimo propósito de volver sobre él. Me miraba desde la mesilla de noche y me decía, si intentas leerme verás que tengo magníficas historias guardadas para ti, pero yo no lo oía (y es de agradecer, porque el día que oiga hablar a un libro, ingreso de motu propio en el psiquiátrico más cercano a casa), y seguía a lo mio. Hasta que un día, me dije, ya está bien de quitarle el polvo a este libro, es hora de que pase a la estantería de los libros leídos, y este fue "mi motivo" para continuar con la lectura de un libro que no me gustaba. ¿Me arrepentí? En absoluto, me bastaron solo unas pocas páginas, más allá del principio, para que se desplegase ante mí una gran historia. 



Baudolino es un campesino adoptado por Federico I, Barbarroja, que narra su peculiar historia a Nicetas, historiador bizantino, durante el saqueo de Constantinopla en la Cuarta Cruzada. Es un personaje fascinante que se gana con su ingenio a su padre adoptivo y también al lector. Sus mentiras se convierten en verdaderas, no solo eso, sino que logra modelar con ellas parte de la historia medieval. Es también un soñador que dedica gran parte de su vida a la búsqueda de una leyenda: el imaginario Reino del Preste Juan.

"...Me decía: mientras inventabas, inventabas cosas que no eran verdaderas, pero verdaderas se volvían. Has hecho aparecerse a San Baudolino; has creado una biblioteca en San Víctor; has hecho errar a los Magos por el mundo; has salvado a tu ciudad engordando una vaca flaca; si hay doctores en Bolonia también es mérito tuyo; has hecho que en Roma aparecieran mirabilia que los romanos ni siquiera se soñaban; partiendo de una cábala de ese Hugo de Gabala has creado un reino de una hermosura imposible;..."

De la mano de Baudolino asistimos a los acontecimientos que marcaron una etapa de la Edad Media, una época que fue como la espina dorsal del medievo. Paseamos por todos los aspectos de esta: sociales, religiosos, políticos, económicos, culturales. Presenciamos, de primera mano la toma de Constantinopla por los cruzados, el nacimiento de una Europa donde comienzan a forjarse naciones frente a los Imperios, el surgir de nuevas lenguas, la lucha de poder de la Iglesia, el enfrentamiento Oriente-Occidente, la creación de ciudades, el comercio de reliquias o las incipientes universidades. Y junto a estos sucesos los personajes históricos que dejaron huella en aquella época: Federico I Barbarroja (emperador del Sacro Imperio Romano y padre adoptivo de Baudolino), Nicetas Choniates, el Papa Alejandro III y Otto de Freising (tio de Barbarroja y educador de Baudolino), entre otros.



Un panocio, representado en las Crónicas de Nuremberg


Eco logra barajar historia y ficción con gran maestría. Historia, mitos y leyendas se entremezclan en un tótum revolútum que hacen que puedas considerarla tanto una novela histórica como una novela de aventuras. La primera parte es más histórica. Sin embargo, cuando Baudolino se encamina en busca del Reino del Preste Juan (personaje legendario que en la novela toma visos de realidad), cambia a ser una novela de aventuras salpicada con pequeños retazos de historia. Es en esta parte donde aparece todo un mundo imaginario poblado por criaturas imposibles: esciápodos, blemias, sátiros, panocios, unicornios, hipatias (descendientes de Hipatía), muchas de ellas fueron descritas por Plinio el Viejo en su Naturalis Historia. A través de estos seres Eco nos adentra en todas las doctrinas que surgieron paralelas al cristianismo: gnosticismo, nestorianismo, arrianismo...Realiza con ellos un hábil juego, utilizando la apariencia y las creencias religiosas, con el fin de conseguir una crítica bastante irónica sobre las diferencias religiosas y sus consecuencias.

No obstante, lo que más me ha gustado de la novela, sin duda, han sido los guiños que Eco realiza sobre todos aquellos misterios medievales, que aún hoy, siguen haciendo correr ríos de tinta: ¿Quién escribió la famosa carta del Preste Juan? ¿Existió realmente el Grial? ¿Donde está? ¿Existieron los Doce Reyes Magos? ¿Por qué hay tantas reliquias repetidas? ¿Están enterrados en Colonia los Reyes Magos? ¿Que eran realmente los Bafomets? A todo esto tiene respuesta Baudolino, porque puede que él esté detrás de muchos de ellos.

Un esciápodo según las Crónicas de Nuremberg

En resumen, una gran novela que nos introduce en una época fascinante. Hecha con rigor, pero también con mucha ironía. Aunque tiene partes que se hacen un poco pesadas, es compensada por otras totalmente brillantes. Una novela histórica distinta, que deja huella.

"Baudolino". Umberto Eco.
Editorial Lumen, S.A., 2001.
Traducción: Helena Lozano Miralles.