miércoles, 11 de enero de 2012

Estrellada.




Es como un imán, algo imposible de evitar, donde haya un cielo estrellado allí estoy observándolo. Da igual que esté bajo un campo de estrellas o que pasee por la ciudad y apenas exista visibilidad, la necesidad de otear, de distinguir una estrella por pequeña que sea es superior a mí. Esto me sucede desde siempre, que yo recuerde. Esta necesidad un día evolucionó y la curiosidad se apoderó de mí, quería saber más sobre aquello que tanto me atraía. Me hice con varias guías, unos prismáticos para la oscuridad, y comencé a ahondar en el tema; aquello que tanto me gustaba se transformó en latitud, longitud, grados, magnitudes, cuadrantes, oposición, cúmulos, nebulosas, estrellas dobles, enanas, etc. Aparecieron nuevos términos desconocidos para mí que pronto se hicieron familiares: cenit, catálogo Messier, NGC (New General Catalogue), circumpolar...Llegó un momento que ya no contemplaba el cielo, las estrellas, sino que buscaba objetos: M45, M1, M42...Un día descubrí que parte de la magia que tenía el cielo para mí se había desvanecido entre tanto número y tanto término y decidí desaprender (eso que está tan de moda últimamente), no del todo, pero si un poquito y mirar sin buscar, ver solo por contemplar. 

Me distancie un poco del mundo de la astronomía que me resultaba frío y calculador, hasta hace poco que volví a reconciliarme con él. El culpable: una página maravillosa que encontré en feisbuk (ese lugar por el que pululo, cuando el tiempo me deja). En ella Xavi (su administrador), mira el cielo contemplando su magia, su belleza pero con el bagaje del que lleva detrás mucho saber. Y no solo eso sino que además lo transmite de manera genial en unos textos espléndidos. La página de llama Ishtar, divulgación de la astronomia y os invito a que la visitéis, seguro que os quedáis enganchados, de lo mejor que he encontrado por feisbuk.

Puede que algún día no me pueda resistir y me deje caer con alguna entrada sobre este cielo maravilloso de otoño-invierno del que disfrutamos ahora con Orión como rey absoluto de estas frías noches, las mágicas Pléyades siempre guiando a Tauro, y como no, Sirio emergiendo con su absoluta majestuosidad.

Y por último, como despedida un poema de Walt Whitman que como veréis viene mucho a cuento: 

Cuando escuché al doctor astrónomo...

Cuando escuché al doctor astrónomo, 
cuando me presentaron en columnas
las pruebas y guarismos, 
cuando me mostraron las tablas y diagramas
para medir, sumar y dividir,
cuando escuché al astrónomo discurrir
con gran aplauso de la sala,
qué pronto me sentí inexplicablemente 
hastiado,
hasta que me escabullí de mi asiento y
me fui a caminar solo,
en el húmedo y místico aire nocturno,
mirando de rato en rato, 
en silencio perfecto a las estrellas.

Versión de Leandro Wolfson.