lunes, 27 de enero de 2014

La verdad sobre el caso Harry Quebert. La tercera en discordia



"Un buen libro, Marcus, no se mide sólo por sus últimas palabras, sino por el efecto colectivo de todas las palabras precedentes. Apenas medio segundo después de haber terminado el libro, tras haber leído la última palabra, el lector debe de sentirse invadido por un fuerte sentimiento; durante un instante, sólo debe pensar en todo lo que acaba de leer, mirar la portada y sonreír con un gramo de tristeza porque va a echar de menos a todos los personajes. Un buen libro, Marcus, es un libro que uno se arrepiente de terminar" (1)








Esta fue la tercera negra que cayó este verano en mis manos, la última que me quedaba por comentar y que merece una entrada para ella sólita porque es un libro un poco más complejo que los anteriores.

La verdad sobre el caso Harry Quebert es más que una novela negra, son muchas novelas en una. Puede decirse que el crimen de la dulce Nola es el eje central de la novela sobre la que esta gira, pero podríamos decir exactamente lo mismo sobre el amor, que es el detonante de los acontecimientos en el libro. El amor prohibido entre un adulto y una menor, el amor imposible que atormenta a quienes lo sufren, el amor no correspondido, el amor perdido...El amor que nos hace artífices de lo más sublime y a la vez de lo más ruin.

"Anhele el amor, Marcus. Haga de él su más hermosa conquista, su única ambición. Después de los hombres, habrá otros hombres. Después de los libros, hay otros libros. Después de la gloria, hay otras glorias. Después del dinero, hay más dinero. Pero después del amor, Marcus, después del amor, no queda más que la sal de las lágrimas" (2)
  
Aunque, La verdad sobre el caso Harry Quebert, también es la relación entre un maestro y su alumno. De hecho este es el hilo conductor de la novela que se va desarrollando a la par de los consejos sobre escritura que Harry da a su alumno, Marcus. Aunque, podemos decir que, asimismo, es la historia de un joven escritor que alcanza demasiado rápido la fama y de pronto se tiene que enfrentar al inmenso abismo de la página en blanco. Todo este aglutinado de ingredientes unido a una buena narración y una gran trama deberían hacer que esta novela fuese sumamente atractiva y sin embargo no lo es, no para mí.

A pesar de los momentos brillantes que tiene la novela llegó a cansarme en varias ocasiones, hasta tal punto que estuve tentada de abandonarla. La forma en la que el autor nos acerca a los acontecimientos hace que esta se haga sumamente pesada. Los hechos se van mostrando a través de los distintos personajes que van narrándolos desde su vivencia personal, aportando cada uno, poco a poco, luz sobre el misterio. Esto hace que la trama avance muy lentamente y que nos veamos abocados una y otra vez a vivir las mismas escenas, tanto que, a veces, tienes la sensación de que no haces más que dar círculos sobre el mismo pasaje de continuo.

No me arrepentí en absoluto de terminar el libro, es más casi lo celebré, era como una pequeña condena, por un lado estabas enganchada esperando el desenlace, pero por otro este se demoraba demasiado, enredado en los mismos hechos y escenas de manera sumamente repetitiva. Aún así no puedo decir que no me haya gustado. Tiene partes muy buenas, pero creo que el fallo ha sido intentar tener al lector en vilo hasta más allá de límites razonables, aunque también cabe la posibilidad de que yo sea una lectora demasiado impaciente o no sea la lectora adecuada para este tipo de novelas.

Debo decir que si algo me ha gustado especialmente es la ambientación, Dicker logra transmitir magistralmente la atmósfera asfixiante, cerrada, pacata y opresora de un pequeño pueblo costero americano en la década de los setenta. Un lugar donde nada es lo que parece y donde todos quieren parecer lo que no son. 

Por último destacaría la relación del joven escritor con su editor. Una pequeña (o enorme) crítica que el autor realiza sobre el mundo editorial y que me parece muy acertada.

"...Consideraba que su estrategia no era ni mejor ni peor que la de los demás, que el mundo de los libros había dejado de ser el noble arte de la impresión para convertirse en la locura capitalista del siglo XXI, que ahora un libro debía escribirse para ser vendido y para que se hablase de él había que apropiarse de un espacio que, si no se tomaba por la fuerza, sería invadido por otros. Matar o morir." (3)



Citas: La verdad sobre el caso Harry Quebert

(1) Epílogo
(2)Pag. 509
(3) Pag.430