lunes, 31 de marzo de 2014

La nieta del señor Linh. Philippe Claudel



Vuelvo de nuevo a Philippe Claudel, esta vez con La nieta del señor Linh. Cuando repites autor está claro que te ha gustado. En mi caso es el tercer libro de Claudel que leo. Los dos anteriores: El informe de Brodeck y Almas grises me dejaron huella, son de los libros que volvería a releer. Supongo que vuelvo de nuevo a él en busca de todas aquellas sensaciones que sus anteriores lecturas me produjeron. Afortunadamente en esta novela sigue fiel a su estilo y de nuevo se ha producido el hechizo.


Claudel es un prestidigitador, un ilusionista, un mago del relato. Sigues atentamente su número y cuando todo el mundo espera que de dentro de la chistera aparezca una paloma, él lo que saca es un ramo de flores. Y no puedes dejar de preguntarte donde está el truco, cómo lo ha hecho para engañarte de nuevo, cómo no has sido capaz de verlo si durante todo este tiempo ha estado delante de tus narices. En La nieta del señor Linh vuelve a hacerlo igual que en sus novelas anteriores: la historia que estás leyendo no es la que realmente te está contando, algo que no eres capaz de descubrir hasta el final y que te hace regresar de nuevo sobre lo leído con una mirada totalmente distinta.

El señor Linh en el ocaso de su vida lo ha perdido todo. La guerra le ha arrebatado todo aquello que amaba: su familia, su hogar, su país. Lejos del lugar donde vivió intenta salvaguardar lo único importante que le queda: su pequeña nieta. En aquél país lejano, tan distinto al suyo, encontrará un regalo inesperado: la amistad. Una amistad singular que nace a pesar de todo lo que les separa y que será él único apoyo que encuentre en aquella ciudad tan extraña e inhóspita. Es un relato dulce y conmovedor sobre la soledad, sobre la añoranza, sobre la perdida y, por encima de todo, sobre la amistad.

El lugar y el tiempo en que se desarrolla la novela, como en las anteriores, sigue siendo impreciso, apenas unos apuntes para que sea el lector el que los sitúe. Tal vez porque no importa lo suficiente, quizá porque esta historia podría haber ocurrido en cualquier lugar y en cualquier momento.

La guerra también es una constante en las historias de Claudel, siempre como trasfondo, nombrada en la distancia pero como protagonista indiscutible y causa última sobre la que gira sus novelas.

"El anciano espera el momento de reunirse con su amigo desde que se levanta. En su fuero interno lo llama 'su amigo', porque lo es. El hombre gordo se ha convertido en su amigo, aunque el señor Linh no habla su lengua, aunque no la comprende, aunque la única palabra que conoce es 'buenos días'. Eso es lo de menos. Después de todo, el hombre gordo tampoco sabe más que una palabra del señor Linh , y es la misma"

La nieta del señor Linh. Philippe Claudel
Ediciones Salamandra. 17ª edición, octubre de 2012
Traducción: José Antonio Soriano Marco.