Vuelvo de nuevo a Philippe Claudel, esta vez con La nieta del señor Linh. Cuando repites autor está claro que te ha gustado. En mi caso es el tercer libro de Claudel que leo. Los dos anteriores: El informe de Brodeck y Almas grises me dejaron huella, son de los libros que volvería a releer. Supongo que vuelvo de nuevo a él en busca de todas aquellas sensaciones que sus anteriores lecturas me produjeron. Afortunadamente en esta novela sigue fiel a su estilo y de nuevo se ha producido el hechizo.
Claudel es un prestidigitador, un ilusionista, un mago del relato. Sigues atentamente su número y cuando todo el mundo espera que de dentro de la chistera aparezca una paloma, él lo que saca es un ramo de flores. Y no puedes dejar de preguntarte donde está el truco, cómo lo ha hecho para engañarte de nuevo, cómo no has sido capaz de verlo si durante todo este tiempo ha estado delante de tus narices. En La nieta del señor Linh vuelve a hacerlo igual que en sus novelas anteriores: la historia que estás leyendo no es la que realmente te está contando, algo que no eres capaz de descubrir hasta el final y que te hace regresar de nuevo sobre lo leído con una mirada totalmente distinta.
El señor Linh en el ocaso de su vida lo ha perdido todo. La guerra le ha arrebatado todo aquello que amaba: su familia, su hogar, su país. Lejos del lugar donde vivió intenta salvaguardar lo único importante que le queda: su pequeña nieta. En aquél país lejano, tan distinto al suyo, encontrará un regalo inesperado: la amistad. Una amistad singular que nace a pesar de todo lo que les separa y que será él único apoyo que encuentre en aquella ciudad tan extraña e inhóspita. Es un relato dulce y conmovedor sobre la soledad, sobre la añoranza, sobre la perdida y, por encima de todo, sobre la amistad. El lugar y el tiempo en que se desarrolla la novela, como en las anteriores, sigue siendo impreciso, apenas unos apuntes para que sea el lector el que los sitúe. Tal vez porque no importa lo suficiente, quizá porque esta historia podría haber ocurrido en cualquier lugar y en cualquier momento. La guerra también es una constante en las historias de Claudel, siempre como trasfondo, nombrada en la distancia pero como protagonista indiscutible y causa última sobre la que gira sus novelas.
"El anciano espera el momento de reunirse con su amigo desde que se levanta. En su fuero interno lo llama 'su amigo', porque lo es. El hombre gordo se ha convertido en su amigo, aunque el señor Linh no habla su lengua, aunque no la comprende, aunque la única palabra que conoce es 'buenos días'. Eso es lo de menos. Después de todo, el hombre gordo tampoco sabe más que una palabra del señor Linh , y es la misma"
La nieta del señor Linh. Philippe Claudel Ediciones Salamandra. 17ª edición, octubre de 2012 Traducción: José Antonio Soriano Marco.
Quienes os asomáis por aquí sabéis que, de vez en cuando, suelo publicar algunas de las cosas que me encuentro en mis expediciones internautas. Aquellas que me han llamado especialmente la atención porque me han sorprendido su contenido, porque las encuentro interesantes para compartir, porque creo que son chulas... Por eso no entiendo porqué le he dado tantas vueltas a subir estos vídeos. Supongo que porque me los enviaron por correo y creo que ya los conoce demasiada gente como para jugar con el factor sorpresa y al verlos podríais decir: "Fíjate con lo que se descuelga a estas alturas, si esto está ya muy visto". O tal vez porque considero que son más vídeos para subir al feisbuk que para hacer una entrada, aunque quizás no sea más que este maldito catarro King Size que no me deja pensar con claridad (creo que mis neuronas andan muy perdidas en este inmenso océano de mocos que soy ahora mismo). Finalmente he decidido subirlos, y no ha sido por el factor comodín, que por otra parte viene muy bien, tal como estoy. Una entrada ligera sin muchas complicaciones, una publicación sin mucha chicha pero que cumpla con su objetivo: cubrir expediente, para que los señores de Internet no te echen en el cajón del olvido por no publicar asiduamente. Bueno, seamos sinceros, sí ha sido por esto pero también porque creo que merece la pena verlos para aquellos que no los conozcáis. Me los envió mi hermano por correo y me decía: "No dejes de verlos y hazlo por el orden en que te los envío". Me gustaron. Me gustó la forma en la que aborda una realidad que nos afecta a todos, me gustó el tono humorístico, pero sobre todo la simplicidad con la que explica una situación tan compleja. Te arrancan una sonrisa pero cuando acaban no puedes evitar terminar con una sensación de extraño resquemor, de inmensa impotencia y sobre todo dándole la razón en todo.
Aquí los tenéis, os digo lo mismo que me dijeron a mí, es importante verlos en el orden en el que están, sobre todo porque son partes de una conferencia y el último vídeo no tiene mucho sentido si no has visto antes el primero.
Y para acabar os dejo la página del autor del vídeo: Paul Borons. En ella hay muchos más vídeos, todos con el mismo toque de humor. Actualización: Pongo aparte los enlaces a los vídeos porque parece ser que no llegan por correo. http://youtu.be/HKy577PAMOc
Estamos de aniversario y digo estamos porque es una fecha que nos concierne a todos. Porque decidme, ¿hay alguien que no use Internet? Desde luego si estás leyendo esto no eres tú. Pues eso, hoy se cumplen 25 años del nacimiento de la Web. El padre de la criatura fue Tim Berners Lee quien en un informe sobre la transferencia de información sembró el germen de la idea. Lo que Lee ideó era la posibilidad de acceder a la información que contenían distintos documentos estableciendo un sistema de conexiones. Insertando una dirección al documento se podría llegar a él desde cualquier parte de la red. Es lo que que se llamaría World Wide Web, es decir, las archiconocidas www, que han pasado a formar parte de nuestro día a día. Es necesario diferenciar Internet de la Web. Internet sería el soporte físico que permitiría a los ordenadores estar conectados unos con otros como en una inmensa red y este nació mucho antes: unos dicen que sobre 1970y otros lo sitúan incluso antes, en 1966. La Web sin embargo es intangible, es la información que puedes encontrar en la red. Es lo que acabo de hacer más arriba: conectarte mediante un hipervínculo con la información que hay en otras páginas, son las imágenes que circulan en la red, la información de cualquier tipo, este blog, los enlaces que subimos a las redes sociales, los archivos que nos descargamos o las páginas de distintos servicios a las que accedemos para facilitarnos innumerables gestiones.
Estas tres letras no llevan mucho entre nosotros pero han cambiado terriblemente nuestras vidas. Nos han convertido en navegadores insaciables de la red buscando toda clase de información a la que accedemos fácilmente con un solo clik. Han cambiado la forma de educar a nuestros hijos, como realizamos las gestiones diarias, el modo en el que nos divertimos, así como la manera en la que nos relacionamos socialmente o han abierto un amplio campo para generar nuevas perspectivas económicas. Es difícil pasar un día sin asomarse por esta autopista de la información por distintos motivos y las previsiones es que cada vez se hará todavía más imprescindible y más presente en nuestra rutina diaria. Por tanto cuando al principio dije que era una celebración de todos, no andaba muy desencaminada. ¿No creéis? Para una información más detallada y por supuesto más rigurosa aquí abajo os dejo estos enlaces: http://www.microsiervos.com/archivo/internet/el-verdadero-origen-de-internet.html
Cimbrear, esa fue la palabra que me recordó cuando la vi haciendo equilibrios imposibles, contoneando su grácil cuerpo al compás de la brisa. No sé lo que la trajo a mi terraza, a jugar a mecerse sobre una rama de mi proyecto de limonero. Lo que sé es que este encuentro fortuito fue capaz de parar mi ritmo, de cambiar mi humor, incluso mi día. Un día cualquiera, anodino, como muchos, en el que vas pensando en mil y una cosa y en ninguna en concreto, sales a la terraza y te la encuentras. De pronto todo se detiene, todo queda en suspenso para girar en torno a una sola cosa, ella. La contemplas dejándose columpiar por el suave vientecillo y percibes sobre sus alas transparentes mil colores irisados distintos, que el sol se encarga de reflejar. Te quedas paralizada observando, casi sin respirar, para que no note tu presencia y así poder prorrogar ese instante un poco más. Vuelves sobre tus pasos con sumo cuidado, de puntillas, intentando no deshacer el momento que alguien o algo ha decidido regalarte. Coges la cámara e intentas inmortalizar esa visita inesperada para dejar constancia no solo en tu memoria, sino también para poder compartir un instante tan fortuito que sabes que es difícil que vuelva a ocurrir. Esta es la prueba de que aquél momento existió, y aunque mis dotes fotográficas todavía dejen bastante que desear no me podía resistir a compartirlo.
"Cómo hemos de vivir es una colección de relatos, no una novela. Eso ya supone una decepción. Parece mermar la autoridad del libro, da la impresión de que la autora se queda a las puertas de la literatura en lugar de encontrarse acomodada dentro."
Alice Munro "Ficción"
Sorprende que esta absurda idea sobre los relatos cortos parta precisamente de una escritora que es considerada "la maestra del cuento contemporáneo". Sobre todo, teniendo en cuenta que fue esta la razón que bastó y sobró a la Academia Sueca para concederle el Premio Nobel de Literatura 2013. Este motivo y el hecho de que sus libros inunden todas las librerías por donde pises hacen que su lectura sea casi inevitable.
"Demasiada felicidad" es el libro que escogí para conocer a esta escritora hasta ahora desconocida para mí. El libro está compuesto por 10 relatos. Cada uno distinto pero todos con un denominador común: la mujer. Sus historias giran en torno a mujeres que, aunque a veces no sean la protagonista, subyacen en todos los relatos con una fuerza indiscutible. La escritura de Munro es sosegada, transmite una gran sensación de calma con la que envuelve sus relatos. De una forma muy sutil nos va introduciendo, poco a poco, en lo más tenebroso de la condición humana, nos asoma al abismo de la locura, nos muestra la irónica crueldad del destino, la atrocidad que puede esconderse en un simple juego de niños o lo sumamente complejo de las relaciones humanas. Lo que más te impresiona de la lectura de Munro es su capacidad para pasar por encima de estas historias como de puntillas. Mantiene una fría distancia con lo que narra, como si quisiese alejarse para que la historia no le salpicase o como si lo que está relatando careciese de transcendencia. En todo caso, la sensación es que ella está al margen de las emociones que su lectura provoca en nosotros, sus lectores. Me ha gustado leer a Munro, debo decir que Demasiada felicidad, Dimensiones o Ficción son relatos que no solo te sorprenden, sino que a la vez consiguen sobrecogerte. He disfrutado con su forma de narrar, de introducirte en la historia, sin embargo no creo que vuelva a leerla. Hay algo en ella, tal vez esa tercera persona de su narración fría y distante, que hacen que no haya conseguido comulgar del todo con su lectura.