Cuando era pequeña me fascinaba ver tejer a mi madre, a mi abuela, a sus vecinas... Me quedaba hipnotizada con el movimiento rítmico de las agujas que giraban una sobre otra como en una danza frenética, sin cesar, sin descanso. Y fruto de aquella danza nacía, punto a punto, una labor que más tarde se convertiría en una bufanda, un suéter o cualquier otra prenda, vete tú a saber.
Mientras, ellas parecían permanecer ajenas a todo aquel proceso, como si sus manos fuesen autónomas y eran capaces de charlar sin descanso, de ver el culebrón de turno o de regañarte por no sé que cosa...
Y así transcurre, muchas veces, nuestra vida, ajena a esos pequeños momentos, que unos tras otro, van entretejiendola, poco a poco pero sin descanso.
Este es un lugar para compartir mis pequeños momentos y también los vuestros, si gustáis. Estáis invitados a hacerlo.