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Mejor no pensar, mejor dejarse llevar, formar parte del engranaje del sistema que tan bien nos soluciona la vida. Porque, ¿que hay para los que cuestionan? ¿Los que se oponen? ¿Los que piensan? A esos se les aparta, se les excluye, se les margina y se les pisa si se da el caso. Así que mejor no pensar , mejor seguir la corriente y luchar por las muchas ventajas que nos ofrece la vida en manada, seguir la zanahoria que nos ponen delante de las narices, creer que somos dueños de nuestras vidas, que somos libres para decidir, mejor seguir jugando a lo que nos han enseñado.
Y acabamos viviendo en una ciudad dormitorio, teniendo una familia dormitorio, que solo vemos de noche, entregando nuestros hijos al sistema para que les eduque según las normas establecidas, porque nosotros estamos muy ocupados en trabajar para la gran maquinaria, ocupados en que se mantenga engrasada, que no pare. Trabajamos para poder hipotecarnos la vida, para tener un “futuro” aunque en el fondo sepamos que somos carne de asilo, porque nuestros hijos, esos que hemos entregado al sistema, como si de una ofrenda a los dioses se tratara, también estarán muy ocupados en mantener engrasada la maquinaria.
Por eso cuando esto me sucede, cuando me asaltan estas ideas, lo que suelo hacer es salir de compras, acercarme a un centro comercial, dejarme seducir por las luces, el ambiente despreocupado y gastar mi dinero libremente en todo aquello que me apetezca. Es mano de santo, vuelves a casa feliz con tus compras nuevas y sin rastro de ideas raras. Es la ventaja de pertenecer a la maquinaria del sistema… ;)