jueves, 27 de febrero de 2014

García de Marina. La irreverencia de lo cotidiano



García de Marina es un gijonés con una visión muy particular de lo pequeño. Da una vuelta de tuerca a la percepción que tenemos de los pequeños objetos que nos rodean y los reinterpreta para mostrárnoslos de una forma totalmente distinta a la que estamos acostumbrados. Este es un pequeño paseo por parte del trabajo de este fotógrafo que consigue captar con su cámara una realidad distinta.

















Como es costumbre os dejo su página por si queréis saber más sobre el artista o su trabajo.


Enlace de la página:

http://www.garciademarina.net/



jueves, 20 de febrero de 2014

Legado en los huesos. Dolores Redondo


"-Hay lugares- añadió Takchenko- en los que  ocurre esto, como si fueran espejos o puertas entre dos mundos, o quizá como amplificadores de energía; casi parece que el universo debiera compensar tanta perfección. Conozco un par de sitios así, incluso alguna ciudad; Jerusalén es un buen ejemplo de lo que intento decir. Podría decirse que algo desniveló los equilibrios de su valle y ahora suceden allí demasiadas cosas, horribles, y también maravillosas, ¿no cree? No parece casual" (1)

Lo que ocurre en el valle del Baztán, es algo, desde luego, fuera de lo común: crímenes, gigantes de un solo ojo, brujas, agotes, lamias, diosas y una inspectora, Amaia Salazar que lleva la carga, no solo de descubrir que sucede en su valle, sino la más importante, averiguar porqué ella es el eje central sobre el que giran todos estos sucesos.

Este podría ser un perfecto resumen de "Legado en los huesos" pero me quedaría corta porque falta más. El libro es también un paseo sin igual por el valle del Baztán, un acercamiento al folclore vasco-navarro, la perfecta unión entre dos mundos: el onírico y el real, el retrato de una mujer atormentada por un pasado que no deja de perseguirla, es la maternidad, es la historia de una familia con un pasado lleno de secretos...Todo esto y más contado con la prosa de Dolores Redondo que es casi poética y que sabe acompasar los tiempos de la narración de forma magistral, haciendo que la novela sea ágil y no decaiga en la monotonía o pesadez en ningún momento. 



"...Tenía miedo y eso no le gustaba nada. No era una necia, sabía que el miedo mantenía vivos, vigilantes y prudentes a los policías, pero el que sentía no era de esa clase que acelera el corazón cuando se detiene a alguien armado; era el otro, el miedo antiguo e íntimo, el que huele a orina y sudor, el viejo miedo en el alma que durante el último año había podido mantener a raya y que ahora reclamaba su territorio. El territorio del miedo." (2)

Acabo de terminar de leer "Legado en los huesos" y creo que sobra decir lo que he disfrutado con ella, aunque confieso que acometí la lectura del libro con ciertas dudas porque era la segunda parte de una novela que me había gustado bastante y sabía que la comparación sería inevitable. El libro no solo ha sido capaz de superar el escollo de mi desconfianza inicial, o la inevitable comparación con el primero, sino también de seducirme tanto o más que "El guardián invisible".

Es el segundo libro perteneciente a "la trilogía del Baztán". No obstante tanto "El guardián invisible" como "Legado en los huesos" son novelas independientes, puedes leer cualquiera de ellas por si sola sin que ello implique que te quedes "a medias". Sin embargo existe una especie de hilo conductor, durante la lectura de ambas ves que de forma paralela a la narración principal la escritora va dejando pinceladas mínimas de una nueva historia que comienza a formarse, poco a poco, como un camino de guijarros que nos conducirá hasta a el final del misterio.

Dolores Redondo en esta segunda entrega ha conseguido mantener el listón a la misma altura de "El guardián invisible" (y ya estaba bastante alto). No quiero decir con esto que la novela sea impecable, porque realmente no lo es, por lo menos para mí. Hay una serie de cosas que no me cuadran demasiado, como el final que creo que es demasiado precipitado y traído por los pelos o determinados personajes que pienso que sobran. Aún así me gusta tanto como escribe que soy capaz de perdonárselo todo y, por supuesto, no me pierdo la tercera entrega.


Citas de "Legado en los huesos":

(1)- Pag.315
(2)- Pag.433

viernes, 14 de febrero de 2014

Rincones lectores


Puede que estés en una sala de espera, un poquito nerviosa, porque lo que estas esperando es que te inyecten en vena tu dosis correspondiente de quimio, esa que promete acabar con el Alien que vive en ti, y además dejarte por una temporada fuera de combate, hecha un zombi zarapastroso y sin saber cuando volverás a ser persona. O puede suceder que estés en otra sala de espera, totalmente distinta, comiéndote las uñas hasta el codo por el ansia que te crea tu sesión habitual de rayos cósmicos (¡como he llegado a odiar a esa máquina infernal!) para que te achicharren las células antisistema que tienes y de paso alguna de las modositas también. O, al contrario, quizá estés en esos mismos lugares pero en vez de andar pensando en todo eso te encuentres viajando en el tiempo, perdiéndote en un delicioso relato o muy entretenida resolviendo un asesinato. 

Está claro que el poder evasivo de la lectura en determinadas circunstancias es más que recomendable. Por ello creo que los puntos de lectura que he encontrado en mi paso por el hospital son un gran acierto. Ofrecen una opción de lectura mucho más interesante que la típica mesita con unas cuantas revistas, más o menos manidas y más o menos actuales, muy del paisaje de las salas de espera. También te valen para hacerte una idea del tiempo que vas a pasar en esa sala.

El punto de lectura de oncología es con diferencia el más chulo que me he encontrado hasta ahora, tanto dentro como fuera del hospital. Se podría llamar perfectamente libros suspendidos o libros voladores, es tan moderno que conseguía llamar la atención de todos los que entrabamos en la sala y nos dirigíamos curiosos a ver que era "aquello" que colgaba del techo. Pero creo que era esa misma modernidad la que hacía que la gente no se animara mucho a usarlo, te daba la impresión que se iba desarmar sin remedio al tocarlo y que más tarde no habría manera de volverlo a recomponer. Durante el tiempo que he pasado en esta sala de espera solo recuerdo haber visto a una persona usarlo y os puedo asegurar que pasábamos el suficiente tiempo allí como para estar tentado a leer aunque no fuese lo tuyo.

Pertenece a una fundación que lleva el nombre de una escritora afincada en Murcia, Fundación Carmen Montero Medina. De hecho todos los libros que hay en ese punto de lectura son de esta escritora que supongo los donaría al hospital. He de confesar que yo tampoco lo he usado, primero porque voy con mi libro a cuestas a todas partes y segundo porque creía que estando donde estaba iban a ser libros sobre enfermedad, superaciones y todas esas historias que en ese momento no me apetecía mucho leer. Tal vez le tendría que haber dado una oportunidad.





El que encontré en radioterapia era la antítesis del que había en oncología. Mucho más de andar por casa, más normalito, menos chulo, pero para mí infinitamente más molón. La idea es muy buena, una estantería, unos cuantos libros aportados voluntariamente y, con muy poquito dinero y muchas ganas ya tienes tu punto de lectura en marcha. Y funcionaba, debo decir que a mí que me gustaba pasearme por los títulos que tenía, estos cambiaban. Doy fe porque se me escaparon dos que me interesaban bastante.

Esa idea de aportación voluntaria era la que también lo hacían especial, porque si algo se amolda a la definición de ecléctico es, desde luego, este punto de lectura. En él he encontrado desde Asimov a manuales de enfermería, desde García Márquez a enciclopedias de edad indeterminada. 




El propósito de compartir libros hacen de este pequeño rincón de lectura un lugar tan versátil como peculiar. Viendo los títulos de la biblioteca salta a la vista el criterio que han seguido algunos para hacer su aportación. Unos está claro que han ganado con el cambio, porque hay libros que te preguntas si realmente era necesario gastar papel en imprimir "eso", a la vez que alucinas con lo que la gente puede tener en su casa. Otros simplemente han ganado espacio en sus estanterías (algunos bastante). Aunque también he encontrado rarezas que no estaban mal, o libros tan buenos que te preguntas como alguien puede deshacerse de determinadas obras (¿desprenderse de "Cien años de soledad"?, eso debería estar penado) y sospechas que no es por un acto de altruismo loco.





Sean como sean me ha gustado encontrármelos. Llevar la lectura a determinados lugares es una gran idea. Ojalá encontrásemos más puntos como estos en más salas de espera.


sábado, 8 de febrero de 2014

Sonder


Descubrí este vídeo hace un tiempo y desde el primer momento me dejó muy pillada. Me gustaron las imágenes, la voz en off, la cadencia de la narración pero sobre todo la idea que nos intentaba transmitir.

Sonder nos habla de algo que da mucho que pensar y a la vez un poco de vértigo. Viene a ser como aquél viejo planteamiento: "si un árbol cae en el bosque y nadie lo escucha, ¿ha hecho ruido?" pero aplicado a nosotros que podría ser: ¿existo porque soy o sólo en la medida en que los demás son conscientes de mi existencia? No es eso y a la vez sí lo es. Nuestras vidas tan llenas de proyectos, ilusiones, sueños, problemas, desengaños, amor, esa vida tan intensa, tan plena, que es todo lo que tenemos, ¿puede ser nada? Sonder es la idea de que todo aquello que somos se puede diluir hasta hacerse invisible y convertirse en una borrón en la enorme inmensidad del océano que son los otros, aquellos con los que nos cruzamos en el día a día y cuyas vidas (igual que le ocurre a ellos con la nuestra) no somos capaces de percibir porque son solo una sombra en nuestro camino. 

No sé si he logrado explicarlo bien, más bien creo que me he liado bastante. Así que a pesar de lo pésimo que es mi inglés me arriesgo a traducir el texto que acompaña al vídeo. Aunque se me escapen matices creo que he logrado aproximarme bastante a la idea del texto que, no cabe duda, logra expresarlo mejor que yo. Ahí va:

"Eres el carácter principal, el protagonista, la estrella en el centro de tu propia historia. A tu alrededor, próximos a ti giran en tu órbita inmediata tus amigos y familia. Un poco más lejos, hacía fuera están todos los conocidos que durante años han ido llegando a tu vida. Finalmente en el fondo, desenfocados, están los transeúntes arbitrarios, aquellos con una vida tan viva y compleja como la tuya. Acarrean el peso propio de sus ambiciones, amigos, rutinas, errores, preocupaciones, triunfos y la locura heredada, pero no giran a tu alrededor. Su vida sigue adelante y en la tuya no será mas que un destello, un parpadeo en el lugar, su pasado permanecerá oculto para ti junto con otras historias que no sabrás que existen. Y en esa historias tú puedes aparecer sólo una vez, como un extra que bebe café a sorbos en el fondo, como una mancha borrosa de tráfico que pasa por la carretera, como una ventana que se ilumina en la noche".

Y aquí os dejo el vídeo:





Sonder es una de las muchas definiciones que podemos encontrar en The Dictionary of Obscure Sorrow una página de John Koenig que es el artífice tanto de esta como de los vídeos. Koenig intenta acuñar nuevos términos para aplicarlos a situaciones o sentimientos bastante complejos. Sonder es sólo uno de ellos pero hay más y todos tan interesantes como este. Os invito a que los disfrutéis.





lunes, 3 de febrero de 2014

Pequeños gestos



"—Mithrandir, ¿por qué el mediano?

   —No lo sé. Saruman opina que sólo un gran poder puede contener el mal, pero eso no es lo que yo he aprendido. He aprendido que son los detalles cotidianos, los gestos de la gente corriente los que mantienen al mal a raya, los actos sencillos de amor. ¿Por qué Bilbo Bolsón? Tal vez porque tengo miedo y él me infunde coraje."


El Hobbit: Un viaje inesperado (2012)


Tres semanas me ha dicho el médico, veintiún días sin tener que pisar de nuevo el hospital. Y aunque no parece mucho, para mí es un mundo. Significa haber llegado a una meta. Una meta simbólica, claro está, porque no acaba nada, todo continua, la incertidumbre sigue siendo mi fiel compañera. Pero supone que la esperanza de volver a ser yo, de volver a recuperar mi vida, aquella que dejé aparcada allá por abril del año pasado, se hace un poco más firme.

Ha sido duro, a veces, muy duro, afortunadamente no he estado sola. En esta batalla han estado conmigo los míos, mi gente (nunca mejor dicho), han luchado a la par que yo y han sufrido tanto o más que yo. Sin ellos, sin su apoyo creo que no habría sido capaz de llegar hasta donde estoy. No hay mayor muestra de cariño que la que ellos me han dedicado. Sólo por tenerlos a mi lado me siento la persona con más suerte del mundo.

También están todas aquellas manos amigas que de un modo u otro han querido implicarse en esta historia. Esta travesía habría sido muchísimo más complicada sin su ayuda. Y, por supuesto, vosotros, los que os habéis interesado desde la lejanía. Los que con vuestros correos me habéis dado ánimo, me habéis arropado con vuestras palabras. A pesar de la distancia que nos separa os he sentido muy próximos. 

Y qué decir del calor humano que he encontrado en mi interminable peregrinaje por los fríos y áridos rincones del hospital: en la quimio, en la unidad de mama, en radioterapia, en urgencias, en planta... Cómo agradecer la delicadeza, el mimo, la amabilidad, la paciencia que han mostrado conmigo. Por tratarme con sumo cuidado para causarme el menor dolor posible, por coger mi mano cuando el dolor era inevitable, por dar la cara por mí, por acompañarme cuando lo he necesitado, por arrancarme una sonrisa en situaciones difíciles, por hacerme olvidar donde estaba y para qué, por tantos favores que me habéis regalado, y por tantas otras cosas, muchas gracias. Cuando ves una sala de espera llena de pacientes y entiendes que esos gestos van a ir a todos y cada uno de nosotros no me queda otra que admiraros, porque dais mucho más de lo que se os pide. Vuestro trabajo ha alimentado mis esperanzas, pero vuestros gestos me han dado aliento de vida.

Para terminar, como no, mis compañeros, aquellos con los que he coincidido en interminables esperas. Han sido momentos más o menos breves pero todos ellos especialmente intensos. Hemos compartido confidencias, miedos, dudas y risas. No sé si volveremos a encontrarnos pero vuestra compañía, nuestras conversaciones, vuestras historias se vienen conmigo, me seguirán acompañando. Sólo puedo desearos lo mejor, como decimos: "Suerte, mucha suerte".