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miércoles, 11 de diciembre de 2013

Huellas


Hay personas que dejan una marca indeleble en tu vida, da igual el tiempo que permanecieron en ella. Puede, incluso, que se marchen sin ser conscientes de que su paso te ha dejado una huella difícil de borrar. Y, aunque ya no estén, sabes a ciencia cierta que siempre permanecerán junto a ti, en el lugar donde guardas todos los acontecimientos importantes, aquellos que te han hecho ser quien eres. 

Los momentos que marcan nuestra vida no tienen por que ser, necesariamente, sublimes o magníficos, ya nos gustaría. La mayor parte de nuestra vida está marcada por momentos insignificantes o tontos. Pero, te gusten más o menos, son los que te han configurado y te han otorgado esa mirada particular sobre el mundo que solo tú posees. De esos instantes eres capaz de recordar todo porque se han quedado congelados en tu memoria, intactos, como si fuésemos capaces de disecar el tiempo y guardarlo en estanterías para más tarde poder recuperarlo tal y como quedó.

Llegó como una revolución. Era joven y muy divertida, y nosotras estábamos en aquella edad en las que las hormonas rigen sobre las neuronas. Andábamos muy perdidas y ella apareció como un faro a seguir. Fue nuestra profesora de música, no soy capaz de recordar si durante un año o dos, lo que si sé es que nos supo transmitir su pasión por la música. Era un torbellino con un sinfín de ideas: nos hacía cantar, bailar, componer canciones, incluso representar zarzuela. Un día comenzó a olvidar cosas. Recuerdo aquella vez que no conseguía saber donde había puesto la llave del aula de música y como lloraba de impotencia. Luego vinieron las faltas a clase. Al principio siempre había una justificación, una excusa, hasta que se hizo demasiado evidente, estaba enferma. Las noticias sobre ella eran contradictorias, rumores que corrían sin saber si eran ciertos o no. Lo único cierto es que el curso siguiente no volvió a clase y desapareció de nuestras vidas para siempre. Ya no volví a saber nada más de ella.

La noticia del aniversario de la muerte de John Lennon la ha devuelto a mi memoria como la protagonista de uno de esos momentos que me han marcado. He vuelto a vivir aquella mañana en la que entró en clase y nos dijo: "¿Os habéis enterado? Han asesinado a Lennon, ¿sabéis quién era, verdad? Aquél día nació una pasión que me ha acompañado hasta hoy. Porque no solo supo transmitirnos su amor por la música, sobre todo y por encima de ella, la de su autentica debilidad: The Beatles. Yo tenía trece años y de aquello hace ya treinta y tres.