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jueves, 16 de agosto de 2012

Una de cine


Uno de los alicientes que tiene el verano es el cine, la posibilidad de ponerte al día con todas aquellas películas que durante el resto del año no has tenido tiempo de ver. Prefiero ver una peli en el cine antes que en el salón de casa, pero claro, está aquello de la economía familiar y los precios de las entradas que cada vez suben más, así que uno se piensa muy mucho lo de ir al cine. 

En verano ir al cine es mucho más asequible, por un lado puedes aprovecharte de "el día del espectador", porque un miércoles cualquiera del resto del año es muy difícil escaquearte para ir al cine, sobre todo si tienes niños, lo cual se traduce en deberes y estar a una hora decente en casa porque al día siguiente hay que madrugar. Además de los miércoles de cine, el verano nos trae otra posibilidad de ver pelis, el genial cine de verano. Dos peliculas, buen precio, aire libre, pipas, estrellas y además te dejan fumar, ¿se puede pedir más? Pues eso, que entre uno y otro me estoy hinchando a ver películas.



Como una va un poco atrasada en lo que a cartelera se refiere, ya vas al cine con una idea más o menos preconcebida sobre lo que vas a ver, porque has leído las críticas, porque ya te han comentado si estaba bien o no y sobre todo porque sabes el éxito que ha tenido. Aún así te puedes llevar más de una sorpresa, eso es lo que me ocurrió este fin de semana con The Artist (Michel Hazanavicius, 2011), la película que arrasó en  los Oscars este año con 11 nominaciones, de las cuales se llevó cinco, entre ellas el de "Mejor película". Con estas referencias, aparte de todos los premios que se ha llevado en otros festivales cinematográficos y con las críticas que la acompañaban, es normal que tengas grandes expectativas del peliculón que te espera en el cine, pues no, para nada, lo que fue es tremendamente decepcionante. Y no es porque sea en blanco y negro o que sea muda, me gusta el cine mudo, es porque es un tostón como una catedral y punto. Es una historia previsible, boba, ñoña y además se hace eterna. Te hablan de la candidez, de la pureza, de la inocencia del cine en sus comienzos. Y te quedas perpleja. ¿Que me estás diciendo? ¿Que el cine mudo era como The Artist? Si, es cierto, algunas películas, pero afortunadamente, no todo el cine mudo era así. Y leyendo las críticas parece que nadie haya visto cine mudo y que estos chicos lo acabaran de inventar. Yo me pregunto, si esta película se hubiese estrenado en los años veinte ¿habría tenido el éxito de esta o habría sido una más del montón? Por otra parte, no es nuevo el tema del paso del cine mudo al sonoro y lo que supuso para muchas estrellas de Hollywood que vieron desvanecerse sus carreras. Como muestra, estas magistrales películas "El crepúsculo de los dioses" (Billy Wilder, 1950) o "Cantando bajo la lluvia" (Stanley Donen-Gene Kelly, 1952). Sin embargo, debo reconocer que más allá de la primera impresión la película derrocha calidad, los actores geniales, los secundarios (John Goodman y James Cromwell), de lujo. La dirección es buena. Sin embargo falla algo, no logra enganchar al espectador. El cine, el llamado séptimo arte, nace con una premisa, entretener al público. Creo que en esta película hay mucho arte, pero poco entretenimiento. Como dijo Howard Hanks: "Tengo diez mandamientos. Los nueve primeros dicen: ¡No debes aburrir!". En una de las muchas críticas sobre la película, te decían: "Los padres deben de llevar a sus hijos a ver esta película, para que sepan lo que es cine mudo" Pues bien, después de llevar a mis hijos a ver esta película, lo que tengo claro es que sí deben de ver una buena película de cine mudo y que sepan, de verdad, lo que era. ¿Que tal si comienzo por "Luces de ciudad"?Dio la casualidad que, esa mima tarde, en TCM había visto Tren de sombras (José Luis Guerin, 1997). No la conocía, pero me dejó, como toda buena película, atrapada entre sus imágenes. Tren de sombras es como The Artist, un homenaje al cine de los comienzos, al cine que no tenía sonido y se basaba en la fuerza de las imágenes para narrarnos una historia. Pero a diferencia de The Artist, Tren de sombras es inteligente, imaginativa y hermosa. Quizá el hecho de haberla visto primero haya influido en mi manera de ver The Artist, pero no lo creo, sobre todo, cuando ves a la gente de tu alrededor levantarse a mitad de la película para marcharse del cine. En una escena de The Artist, John Goodman le dice a Jean Dujardin algo así: "El público quiere esto y el público siempre tiene razón". Me hizo gracia recordar ese comentario mientras veía a la gente marchándose antes de que acabase la película. Parece ser, que precisamente, el público no quería esa película. Y es que el hecho de que sea un homenaje a los comienzos del cine y tenga muchas reminiscencias de películas inolvidables, no la hacen por sí misma maravillosa, como mucha gente nos quiera hacer creer.
Y para acabar una de mis pelis de los miércoles: Profesor Lazhar (Philippe Falardeau, 2011). Es de esas sorpresas tan positivas que te llevas algunas veces en el cine. Una película que, como los buenos vinos, te dejan buen sabor de boca y que volverías a repetir. Profesor Lazhar nos habla de muchas cosas: de educación, de niños sobreprotegidos que no lo quieren ser, de añoranza, de pérdidas, del choque de culturas distintas, de violencia, de refugiados, pero sobre todo de niños y muerte. Y es muy de agradecer la serenidad y la madurez con la que aborda el tema de los niños y la muerte y que no opte en degenerar en un dramón sensiblero. Inolvidables los ojos de Alice. Totalmente recomendable.Os dejo con un trocito muy pequeño de "Luces de ciudad", apenas dura tres minutos, pero llenos de ingenio y ternura.


Como dice Aute: "...más cine, por favor", pero que sea de este, del bueno.

(Entrada programada)