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viernes, 20 de julio de 2012

Cuestión de mala suerte



Edmond Halley (1656-1742), conocido sin lugar a duda, por todos, por el famoso cometa que lleva su nombre, postuló en su "Philosophical Transactions" que si se media el tránsito de Venus por el Sol desde puntos determinados de la Tierra, esas mediciones se podían usar para calcular mediante los principios de la triangulación la distancia de la Tierra al Sol, así como la de todos los demás cuerpos del sistema solar.




La idea caló entre la comunidad científica de la época, ávidos como estaban de obtener mediciones de todo lo que nos rodeaba, incluido nuestro amado planeta Tierra. Así que cuando se produjo el siguiente tránsito de Venus por el Sol en 1791 los científicos se movilizaron hacía distintos rincones de nuestro planeta: Siberia, China, Indonesia, entre otros. La ocasión era única pues el tránsito de Venus por el Sol tiene la particularidad que ocurre  de una forma bastante irregular. Se produce en parejas con ocho años de separación para después pasar a no volver a repetirse hasta un siglo después o más, por ejemplo, en el siglo XX, no se produjo ninguno. Os sonará este acontecimiento astronómico porque hace poco que lo hemos podido observar.



Uno de los científicos que se unió a aquella expedición fue Guillaume Le Gentil, joven astrónomo perteneciente a la Real Academia de Francia. Dado lo complicado que podía ser un viaje de aquella envergadura (piratas, enfermedades, guerras...) partió de Francia quince meses antes de que se produjese el tránsito con el fin de obsérvalo desde Pondichére,en la India, que por aquel tiempo era posesión francesa. Estando a punto de tomar tierra en la India, el barco en el que viajaba se vio obligado a  dar media vuelta y dirigirse hacía la isla de Mauritius pues la Pondichére había caído en manos inglesas durante las guerras del colonialismo en Asia, con tal fortuna, que  cuando ocurrió el tránsito todavía se hallaba en el mar, lugar muy complicado para obtener ninguna medición fiable ya que un barco no cesa de balancearse.



Esto no le desanimó, en absoluto, decidió esperar allí hasta que se produjese el segundo tránsito en 1769. Permaneció en Madagascar hasta que en 1768 se dirigió hacía Filipinas con el fin de observarlo y como tenía tiempo de sobra se preparó a conciencia para ello.

La mañana del 3 de junio de 1769, día del segundo tránsito de Venus por el Sol, Le Gentil comprobó que hacía un día realmente espléndido pero justo cuando Venus comenzaba su tránsito apareció una nube que permaneció delante del Sol las tres horas, catorce minutos y siete segundos que duró el fenómeno.

A Le Gentil no le quedó más remedio que empaquetar de nuevo todo y emprender viaje de regreso hacía Francia sin una mínima anotación sobre el fenómeno. Pero su mala suerte no había terminado aún, contrajo disentería y estuvo enfermo casi un año. Cuando finalmente se recuperó, todavía débil, embarcó hacía su hogar. En el viaje de vuelta, junto a la costa africana, casi sufre un naufragio debido a un fuerte huracán. Por fin llegó a Francia, once años y medio después de su partida, para llevarse la agradable sorpresa de que debido a la falta de noticias se le había declarado difunto, su puesto en la Academia francesa había sido ocupado, sus bienes se habían repartido entre sus herederos, que no habían encontrado mejor manera de homenajearle que malgastando alegremente su fortuna y su mujer, declarada viuda, se había casado de nuevo.

Decididamente, un tipo con mala suerte.

Fuentes:
"Una breve historia de casi todo". Bill Byrson. 2003
Titulo original: A Short Story of Nealy Everthing
Traduccíon: Jose Manuel Álvarez Flórez
Editado en España en 2004 por RBA Libros, S.A.

También en:
http://www.xn--asociacionastronomicadeespaa-oyc.es/transito-de-venus-2012.html