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miércoles, 2 de mayo de 2012

Dos de Mayo. Una fecha clave.





"Aquella historia que podría y debería escribirse sin personajes, sin figuras célebres, con los solos elementos del protagonista elemental, pues es el macizo y  santo pueblo, la raza, el Fulano colectivo"
                                                                                                                                             Pérez Galdós.

Aquél día el pueblo llano, habló, salió a la calle para plantar cara al invasor y dejar claro donde residía la soberanía, no en unos soberanos pusilánimes que habían vendido la independencia del país a Napoleón, sino  en las plazas de Madrid donde luchó con piedras, navajas y todo lo que tenía al alcance de la mano para defender lo único que poseía: su independencia, su libertad.

"Los primeros mártires de la libertad nacional..." Con estas palabras , el decreto número LXII de las Cortes Generales del dos de mayo de 1811 calificaba a los que tres años antes, habían muerto en aquella fecha en la que se iniciara la resistencia contra el invasor (1).

Nacía para los españoles una nueva conciencia política: la soberanía popular. Los términos, libertad, nación y patria, que tan ajenos les habían sido hasta entonces tomaron las calles, para batirse hasta la muerte con el invasor. Fue el detonante que la sociedad española necesitaba, que asumió como propia la defensa de su soberanía y de su patriotismo. La Guerra de la Independencia (1808-1814) constituyó un duro golpe para Napoleón y su ejercito. Nunca se habían enfrentado a algo así, una guerra de guerrillas en la que el pueblo luchaba contra el enemigo en cualquier lugar, sin estrategia y sin recursos pero que poco a poco fue mitigando a un poderoso ejercito imperial. Napoleón  en su exilio declaró:

"Esta maldita Guerra de España fue la causa primera de todas las desgracias de Francia. Todas las circunstancias de mis desastres se relacionan con este nudo fatal: destruyó mi autoridad moral en Europa, complicó mis dificultades, abrió una escuela a los soldados ingleses... esta maldita guerra me ha perdido".

Fraser, Ronald: La maldita guerra de España. Historia social de la guerra de la Independencia, 1808–1814

Sin duda el Dos de Mayo de 1808 no es solo la fecha en la que el pueblo madrileño tomó las calles en una jornada de fuego y sangre, fue algo más que un levantamiento espontaneo del pueblo llano, constituye un principio y un fin, tanto en la historia española como en la europea, un punto sin retorno en el que ya nada volvería a ser igual.

Esta insurrección no fue fruto del azar, comenzó a fraguarse mucho antes, con unos monarcas débiles (Carlos IV y Maria Luisa de Parma), incapaces de gobernar y que dejaron los designios del país en manos de Godoy (presunto amante de la reina, ambicioso en sobremanera y que supo ganarse rápidamente el odio del pueblo) . Un heredero a la corona ambicioso y sin escrúpulos, Fernando VII, (por entonces todavía Príncipe de Asturias), ávido de poder, que no dudó en buscar alianzas extranjeras para preparar un golpe de Estado contra su padre y más tarde, una vez descubierto no tuvo ningún reparo en delatar a todos sus partidarios. Y finalmente un hábil y astuto estratega, dueño de media Europa, que se relamía con la suerte que había tenido de encontrarse con esta "familia tan particular" que le habían puesto un país en bandeja.

El 27 de octubre de 1807 Godoy firma con Francia el tratado de Fontainebleau, por el cual España accede a que los ejercitos napoleónicos atraviesen el territorio español con el fin de invadir Portugal. Los planes de Napoleón, por supuesto, eran otros, la puerta del país ya está abierta. Un mes más tarde el general Junot cruza los Pirineos camino de Lisboa, a la vez que  aprovecha para ir dejando guarniciones y tropas durante su recorrido.

El 11 de febrero de 1808, Duhesme llega a Barcelona con 12.000 hombres, nadie le ha impedido la entrada, gracias al Tratado de Fontainebleau, comunica que su intención es seguir hasta Cadiz, pero no abandona la ciudad. El 16 de ese mismo mes, otro general, Damaignac se presenta a las puertas de Pamplona y consigue  hacerse con la fortaleza. Duhesme que no había abandonado Barcelona, el 19 de noviembre toma Montjuic.  Desde Madrid se pide que cesen las hostilidades y que se permita al ejercito francés tomar el control de la ciudad. Ante la manifiesta debilidad de las autoridades españolas, Napoleón envía a Murat (su cuñado) hacía Madrid, a la cabeza de un gran ejercito, así como más tropas que van acampando en distintas ciudades: Valladolid, Burgos y San Sebastián.

El 17 de marzo de 1808 se inicia el Motín de Aranjuez. El palacio es asaltado por una multitud que apresa a  Godoy. Carlos IV se ve obligado a despojarle de todos sus cargos y abdicar en su hijo, Fernando VII. El 23 de marzo Murat llega a Madrid, un día más tarde Fernando VII hace su entrada triunfal en la capital. El ejercito francés, con Murat a la cabeza no hace el más mínimo ápice por mostrar "sus respetos" hacía el nuevo monarca español. Murat ya sabía que Napoleón cedería la corona de España a un miembro de su familia.

Murat convence a Fernando VII para que salga de Madrid bajo el pretexto de mantener una entrevista con Napoleón, Fernando VII cae en un engaño (uno más), que le llevará hasta Bayona. El país queda en manos de una Junta Suprema de Gobierno presidida por el infante don Antonio, con la recomendación de obedecer a Murat.


La tensión contra los franceses crece, el 27 de abril, Godoy es trasladado a Francia, pero en Madrid comienza a correr el rumor de que ha sido liberado, cada vez es más fuerte la certeza de que las tropas de Murat no son aliadas, si no de ocupación. Las noticias que llegan de otras ciudades españolas, así como el comportamiento despótico de las tropas francesas desde su llegada a Madrid, que no dejan de provocar altercados en el día a día de la ciudad, (algunos dicen que deliberadamente, porque Murat buscaba, un levantamiento para justificar una acción del ejercito francés), no hicieron más que aumentar el clima de crispación en la ciudad. La pasividad del Gobierno ante las acciones de los franceses es una brasa más que añadir al fuego.

El 2 de mayo, el infante don Antonio es trasladado también a Bayona. Es el detonante, la mecha que hace estallar la pólvora. Madrid se levanta contra el invasor  al grito de: ¡Vasallos! ¡A las armas, que se llevan al infante! Comienza una encarnizada lucha en las calles madrileñas que acabaría con más de 400 muertos por parte de los levantados, mientras que el ejercito francés apenas si contó con una docena de bajas. Una autentica carnicería contra un pueblo que luchaba en desigualdad de condiciones.

La represión sobre este levantamiento fue brutal. El 3 de mayo tuvieron lugar numerosas ejecuciones contra aquellos que habían participado en la revuelta. La montaña del Príncipe Pío, el parque del Retiro, las tapias de la iglesia de Jesús de Medinaceli y el paseo del Prado fueron escenarios de los fusilamientos. Pretendía Murat dar un escarmiento a los sublevados, lo que consiguió fue todo lo contrarío, una insurrección generalizada, el inicio de una larga guerra que acabaría con el prestigio y el poder de Napoleón en Europa.

A pesar de la sangre derramada por ellos en las calles madrileñas, los monarcas españoles siguieron jugando al juego que les proponía Napoleón (no creo recordar en la Historia de España, reyes más nefastos y cobardes que estos). El 5 de mayo ambos, Fernando VII y Carlos IV, abdicaron a favor de Jose I, hermano de Napoleón, en lo que se conoce como las Abdicaciones de Bayona. Napoleón, no pudo soñar nunca con haber conseguido conquistar un país más fácilmente. No contaba con que se encontraría con un pueblo dispuesto a no dejarse conquistar.


Fuentes:

(1) Manuel Espadas Burgos. La aventura de la historia. Nº 111

http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_de_la_Independencia_Espa%C3%B1ola