Páginas

martes, 27 de marzo de 2012

De Madrid al cielo.






Madrid nos acoge una vez más. Salimos de sus laberínticas entrañas para encontrarnos con una ciudad, esta vez, más relajada, más deshabitada, más dispuesta a ser disfrutada por los ojos ávidos de aquellos que vamos a vivirla solo por unas horas.

Nuestros ojos no pierden detalle, tanto de lo mundano, a ras de suelo, como  de aquello que se eleva sobre nuestras miradas, más allá de nuestras cabezas, hasta las alturas. Porque Madrid se yergue sobre si misma y se iza en formas caprichosas intentando acariciar este cielo que, pronto, se vestirá de primavera y no lo hace de cualquier manera, si no que adopta mil y una apariencias distintas en su búsqueda por el más alto todavía. Ya sea tomando el aspecto de redondeadas cúpulas, de altivos rascacielos o de esbeltas torres. Pasear por sus calles detenedimante es una maravilla, pero pasear la vista por su cielo es también un deleite. Este es el paseo, de aquella mañana de San José, por los cielos madrileños.