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sábado, 29 de octubre de 2011

El placer de leer


   

Un verdadero placer. Abrir  un libro para acomodarte entre sus páginas y dejarte  transportar a través de ellas es sin duda una delicia. Dejar que  la historia se vaya construyendo, que los personajes se dibujen poco a poco o que las emociones nos lleguen a traspasar la piel es algo que el lector ávido buscamos una y otra vez. ¿Qué más da que un libro no te haya llegado?. Lo volvemos a intentar de nuevo, incasablemente, hasta encontrar “el libro”, aquel que nos haga vibrar, aquel que guardamos en la estantería con mimo y que de vez en cuando volvemos a él para deleitarnos una vez más con un pasaje, con una frase que nos impactó o con todo él de nuevo, aquel que cuando lo acabamos de leer necesitamos un tiempo para rumiarlo y dejarlo bien asentado dentro de nosotros, aquel que seguimos releyendo en nuestra mente una y otra vez, es decir “el libro”. Y en la búsqueda de este libro, nos topamos con muchos libros que también degustamos plácidamente, algunos con mejor resultado que otros. Porque leer también es una aventura, una aventura que comienza cuando  lo eliges entre otros muchos de la estantería de una biblioteca o de una tienda, cuando lo tienes entre tus manos y ojeas la portada intentado descubrir que esconderá dentro o cuando lo abres para comenzar a leerlo.  Da igual que nos recomienden el libro, que el libro haya sido premiado, que sea un éxito en ventas, nada de esto es garantía de que el libro que tenemos delante de nosotros y que vamos a comenzar a leer nos llegue. Porque cada libro tiene su lector y a la misma vez que el lector busca “su libro”, el libro también aguarda pacientemente a “su lector”, como dijo Borges: “Ojalá seas el lector que este libro aguarda”.