martes, 6 de agosto de 2013

En modo Sidnéad O'Connor


Ya llegó el momento que tanto temía, el jueves comenzó a caerseme el pelo. "Dieciocho días después de la primera sesión, el pelo comenzará a caerse", me dijo el oncólogo y así ha sido, preciso como un reloj suizo. Esta exactitud me ha venido muy bien porque me ha dado tiempo de hacer varias cosas que tenía pendientes, por lo que estos últimos días mi vida ha sido una contrarreloj, tenía que hacerlo todo antes del fatídico día y dejar para el momento Sidnéad O'Connor solo lo imprescindible.

No es cuestión de coquetería, a mí el look Sidnéad O'Connor siempre me ha molado. Es otra cosa, esa manía mía de pasar cuanto más desapercibida mejor, de confundirme con el paisaje, si eso fuese posible, para que nadie se fijase en mí. Timidez, creo que la llaman. El caso es que pasearte con un pañuelo en la cabeza es todo, menos discreto. Todas las miradas van a ti, eres el centro de atención, en el super, en el restaurante, dando un paseo...Vayas donde vayas es inevitable, la gente te mira y hace conjeturas. 

Al principio te plantean la posibilidad de usar peluca. "Hay mucha gente que la lleva y no se nota (eso dicen, pero si se nota), te la pueden hacer incluso con tu corte de pelo y de pelo natural (que prefiero no saber de donde sale)", estos son algunos de los consejos que te van dando. Pero no sé porqué soy incapaz de ponerme una. Las veo artificiales. En la quimio ves desfilar de todo, pelucas de todas clases: unas se notan más, otras notan menos, pero todas se notan; y pañuelos de mil colores diferentes atados de distintas formas.

Está clara cuál es la diferencia entre llevar peluca o pañuelo. En la primera juegas con la idea de que tienes pelo e intentas dar una apariencia lo más normal posible, bastante hace la enfermedad con nosotras para encima ir por ahí dando una imagen deteriorada de ti misma, entiendo a quien piensa así y no estaría mal, si las pelucas no se notasen, pero se notan y creo que acaban consiguiendo el efecto contrario al que persiguen en un principio. El pañuelo, sin embargo, te dice todo lo contrario: aquí debajo no hay pelo y aún así soy capaz de verme bien. Las veo tan guapas con sus pañuelos, tan naturales, me transmiten la sensación de que hacen de la enfermedad algo corriente, algo que te puede suceder y por lo que tienes que luchar, pero que no hay que ocultar. 

Pese a nuestras diferencias, las que optamos por llevar peluca o pañuelo tenemos algo que nos une y es la incapacidad de pasear nuestra linda cabecita desnuda, sin pelos, sin pañuelos, tal cual. El otro día en la sesión de quimio bromeábamos sobre eso, con la que tenemos encima y lo que más nos preocupa a todas es cuando se nos cae el pelo y cuando nos vuelve a crecer, suele ser de las primeras preguntas que hacemos al oncólogo. No lo podemos evitar, cada una a nuestra manera, pero somos coquetas por naturaleza.   

Yo me he apuntado al club de las del pañuelo, es obvio porqué despiertan en mí mi adhesión más absoluta. Ya soy una experta en ponerme el pañuelo de mil formas distinta, me hago unos turbantes alucinantes y en casa adopto el "modo Sidnead O'connor", que se va super fresquita. Soy consciente de que llevar una peluca lo haría todo más cómodo, me evitaría las miradas compasivas, las miradas censuradoras (me he dado cuenta de que hay un determinado tipo de gente que piensa que donde mejor estamos los enfermos es en casa y no paseando nuestras miserias por cualquier lado, parece ser que resultamos incómodos), las miradas curiosas, incluso a la gente conocida que te ve y da un respingo para cambiar de dirección. Aún así prefiero el pañuelo, creo que no hay nada que me haga renunciar de este club.






Hace un día que me dieron mi segunda sesión de quimio, los que lo hayáis pasado sabéis lo que esto quiere decir, eres pura náusea ambulante y la lucidez brilla por su ausencia, aún así necesitaba escribir. Espero, por tanto, que perdonéis y comprendáis los fallos y las incoherencias que encontréis.